- Hijo de... puta... Suéltame.
Apenas se la oye hablar. Se le dificulta la respiración por la manera en la que el cuerpo de él se tiende sobre el de ella, presionándola y enjaulándola contra el barro del suelo.
Ella retuerce los brazos contra el agarre de una de las manos de él, queriendo apartar el cuchillo que él hunde en su mejilla.
- ¿Has dicho algo? - Una sonrisa se dibuja en la cara de él. - Yo no he oído nada, ¿Tú has oído algo?
El otro hombre ya está masturbándose a un lado de la cabeza de ella. Ni siquiera se molesta en responderle.
Cómo desearía poder levantar la rodilla y reventarle la puta polla, pero la cruda realidad es que se está ahogando y no tiene suficiente espacio para levantar la pierna.
Sin embargo, le pilla desprevenida cuando él aleja el cuchillo de su mejilla y lo deja por encima de su cabeza para meter la mano entre sus cuerpos y empezar a desabrocharse los pantalones.
Ahora o nunca.
Ella muerde con fuerza el pene del tío a su izquierda, tira y se lo arranca de cuajo.
Ambos hombres gritan, uno de dolor y el otro de horror.
- ¡Hija de puta!
El hombre eunuco yace inconsciente en el suelo así que la chica adivina que quien le acaba de insultar es el capullo que tiene entre las piernas. Está a punto de arrebatarle el cuchillo de las manos pero, con un rápido movimiento, él se lo clava por encima de la clavícula. Y ella... No siente nada.
Ni dolor, ni rabia, ni tristeza. Nada.
Solo se da cuenta de que de pronto todo lo que ocurre ante sus ojos se sucede a cámara lenta.
El color anaranjado del cielo le deslumbra los ojos cuando una sombra cruza su visión y se lleva consigo el peso que le oprimía el pecho.
De entre sus labios se escapa un quejido. Y ella vuelve al presente.
- Oh, joder. - Se toca la herida con cuidado, apoyándose levemente sobre un codo.
Y de repente lo recuerda. ¿Dónde está ese hijo de puta?
Vuelve su mirada a la derecha. No hay nadie. Después a su izquierda. Ve su cabeza. A unos metros atrás, ve su cuerpo tirado junto al del hombre eunuco. Y a su otro lado...
Ella cierra la boca para obligarse a no emitir ningún sonido.
Un simio adulto, macho y con decenas de cicatrices marcando su cuerpo la observa en silencio.
Los latidos de su corazón, al contrario de lo que se hubiera imaginado, se ralentizan. Ella se encuentra observándole con atención cuando él da unos pasos hacia adelante. Se fija primero en sus colmillos, blancos y muy grandes, después examina sus brazos, largos y fuertes, y, por último, desliza su mirada hasta sus ojos, uno de ellos de un verde tan precioso que le resulta abrumador, y es así cómo advierte que él desvía su mirada hacia el miembro amputado antes de volver a posarla en ella.
Cuando está a un paso de distancia, se cierne sobre ella con un salto. Clava sus extremidades alrededor de su figura, obligándola a tumbarse de nuevo sobre el barro.
No puede evitar sentir miedo pero, a la vez...
- Gracias. - Le susurra ella.
Al ver cómo su cabeza se acerca a la suya, ella cierra los ojos.
Y... una caricia húmeda le cubre la mejilla ensangrentada.
Y, cuando cree que ha terminado, otra caricia hace el mismo recorrido.
Ella abre los ojos para encontrarse con que es su lengua y no su mano lo que está limpiando su corte.
Siente sus ojos perforarle cuando se inclina un poco hacia abajo y su lengua se pasea sobre la herida en su clavícula.
A ella se le escapa un suspiro y la pupila verde de él se dilata al instante pero, antes de que termine de recoger toda la sangre, unos pasos apresurados resuenan por el bosque.
Ella reconoce el sonido de las botas militares humanas y sabe que él lo hace también.
- Vete.
Pero él permanece imperturbable.
La chica insiste:
- Escucha, tienes que irte.
Y, antes de que termine de hablar, siente sus zarpas alzarla e inmovilizarla encima de su hombro.
•••
- Espera... ¡Espera! - Ella habla con urgencia - Tienes que dejarme, conmigo no estás a salvo.
Sus garras tiran de ella hacia abajo hasta posicionarla delante de él y, de forma apresurada, ella consigue aferrarse con fuerza a su torso. Nota cómo le agarra el trasero antes de empezar a escalar un árbol.
No le da tiempo a admirar la manera tan rápida en que está avanzando porque en un instante llega a una rama lo suficientemente ancha y robusta como para ponerse en pie.
Él pega la espalda de ella contra el tronco del árbol y se queda ahí, sujetando las piernas de ella a ambos lados de su cadera con sus garras.
- ¿Por qué?
- ¿Por qué qué? - La voz de ella es un susurro. Duda de que él le haya oído.
Su rostro se acerca a la garganta de ella. Se le corta la respiración cuando sus colmillos se deslizan por la piel.
- ¿Por qué no estoy a salvo contigo?
Echando atrás su cabeza, fija su mirada en los ojos avellana de ella. La chica le devuelve la mirada durante unos segundos antes de decir:
- Me están buscando.
Su expresión no cambia ni tampoco su agarre, simplemente espera a que continúe hablando y ella suspira.
- He matado a un militar. Puedes dejarme aquí mismo, no quiero que estés a mi lado cuando me encuentren.
Su garra asciende hacia su cintura, obligándola a apoyar uno de sus pies en la rama debajo de ellos. Después hace lo mismo con su otra zarpa y, cuando ambos pies la sostienen, él la aprieta contra el tronco suavemente, como si temiera que fuese a caer si la soltase, y ella nota un líquido recorrerle el vientre.
La mano de ella roza su garra cuando quiere tocar la piel de su ombligo. Está manchada de sangre cuyo origen es... una herida alargada en el antebrazo de él.
- Estás herido. - La oye susurrar.
Ella intercala un par de miradas entre los ojos de él y su antebrazo pero, como él no parece estar interesado en nada que no sean los ojos de ella, la chica vuelve a hablar.
- No estarías herido de no haberme salvado la vida. - La sola idea hace que enfurezca. - ¿Por q...?
Desvía su mirada hacia atrás de repente.
Un simio a un árbol de distancia la observa en silencio.
Un simio que, está segura, no estaba allí un segundo atrás.
Y es entonces cuando otra explicación más coherente a lo que le está ocurriendo cruza su mente.
Puede que haya malinterpretado su intención. Puede que, en realidad, él no me haya salvado la vida.
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KOBA
Fanfiction¿Cómo reaccionaría Koba si una humana le salvara la vida? ¿Cuál sería su reacción si su voz y el sabor de su piel le embriagasen de tal forma que no pudiese dejar de volver a ella una y otra vez? ¿Cuál sería la reacción de ella?