Ese día por la noche, Xochitl no pudo dejar de pensar en Claudia mientras que ésta ni siquiera se acordaba de ella, pues horas después su esposo la llevó a una cena romántica.
"Ay Claudia.., pasáste a mi lado, con gran indiferencia, tus ojos ni siquiera voltearon hacia mí..te ví sin que me vieras, te hablé sin que me oyeras y toda mi amargura se ahogó dentro de mí.."
Xochitl suspiró mientras miraba la luna y pensaba en la misma mujer, en su único y verdadero amor, porque no se sentía ni con su esposo.
Claudia miró hacia la luna, tan brillante, era raro el por qué lucía demasiado brillante cuando siempre se veía descolorida. Le llamó la atención y desde su lugar se podía ver muy bien, pues estaban fuera, eso le recordó a alguien y no a su amado esposo, sino a su amiga Xochitl, ¿por qué? Ella no lo sabía, solo lo pensaba, estaba pensando en Xochitl, recordando los momentos divertidos que habían compartido durante todos esos años de amistad, con ella todo era de color, sus malos pensamientos con ella desaparecían y alegres se volvían, pero esos pensamientos fueron interrumpidos por su esposo.
"Mira querida, esto es para tí...una flor para otra flor" Dijo alegremente aquél hombre con una sonrisa encantadora mientras extendía una flor roja muy preciosa y delicada como su esposa.
"Ay, gracias amor.." Respondió Claudia suavemente, extendió su mano para tomar la rosa y dejarla sobre la mesa antes de levantarse y darle un beso y un abrazo a su esposo.
Para entonces, Xochitl ya estaba acostada en su cama mirando por la ventana donde la luna brillaba.