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| Erwin Smith |
—¡Levi! —le llamó una y otra vez pero este me ignora.
Persigo al azabache por su gigantesca casa que por poco es una mansión dado que tiene demasiadas habitaciones y lugares de entretenimiento pero él se ha limitado para que no llegue a este termino para no llamar tanto la atención y pasar por desapercibido, sin embargo sigue siendo demasiado grande.
Lo sigo hasta el jardín trasero, parece un niño pequeño haciendo berrinche. No obstante, por fin lo alcance, ya no tiene por donde escaparse.
—¡¿De verdad dejarás que se vaya?! —le reclamó con coraje.
—Ay, por favor, Erwin. Es una mocosa, solo lo dijo para espantar. Ella no se ira —afirma.
—Esta molesta y con la cabeza muy caliente, yo creo que es capaz de cualquier cosas. ¿Y si vuelve a ir lejos?
—Ya estoy acostumbrado —responde haciendo berrinche, de verdad es tan infantil.
—Quiero que vayas y le pidas una disculpa a Alice, ella no tiene la culpa de absolutamente nada. Solo quiere saber su madre —intento justificarla pero el cejas finas no me escucha en lo absoluto.
Es tan testarudo.
Y terco.
—Desde que nació, no he hecho mas que cuidarla y protegerla. Ella es la que está dudando de mi, ¿y sabes que? El tiempo me dará la razón y entonces yo esperaré una disculpa de ella.
—Cuidar no solamente significa hacerte cargo económicamente —echo en cara.
—¿Qué acabas de decir?
—Tu solamente llenas su cuenta bancaria de dinero y crees que eso es suficiente, dejaste que se fuera muchos años y jamas te preocupaste por ir a visitarla, saber de ella, de su círculo, todo. Ahora que volvió es lo mismo, no te involucras con ella en ningún aspecto y eso créeme que la estás alejando cada vez mas de ti porque no tiene en quien refugiarse —explico.
