Emilia(Elizabeth)
Después de convencerlo. Me deja sacarle el cinturón y desabrochar su pantalón de gala.
Veo sus bóxer Calvin Klein estaban siendo apretados por su gran hombría.
Decido bajar sus pantalones hasta cierto punto.
Toco sus muslos y decido trasladar mis manos a esa gran montaña dentro de sus pantalones.
Cuando toco esa gran montaña jadeamos los dos a la vez. Era tan grande y fuerte pero a la vez suave. Decido ir de abajo hacia arriba.
Empieza a gemir y mi humedad vuelve a palpitar al
sentir su ronca voz gimiendo.Decido bajar sus pantalones y ver su gran miembro que tiene un tatuaje en él. Ese el cual estuve soñando hace días con él.
Bajo su bóxer con su ayuda y veo como se levanta su miembro. Sonrió al ver su gran hombría.
Decido tocarlo y él suspira. Me acomodo entre sus piernas arrodillándome para tener mejor acceso.
—No se como hacerlo y no quiero hacerlo mal. —Él suspira y asiente.
—Viste cuando comes un helado, bueno, lámelo así. —Asiento.
Sería fácil, ¿no? Sí, Emilia, es fácil. Tranquila. Si sale mal, te sacará y listo. Si lo lastimas te lastimara. Ya sabes como son los hombres en este aspecto, así fue siempre con Magnus. Le hubiéramos hecho caso y hubiéramos practicado con él. Nunca, conciencia. Nunca le haríamos caso, menos a él. Menos hace monstruo que me convirtió un igual a él. Uno que la gente temerá, uno donde ya no podrá ser feliz para siempre. Uno donde escaparán varias personas por su rareza, uno que nunca podrá dormir tranquilo porque soñará en ese infierno que tanto lo atormenta, hasta tal punto de que antes de dormir piensa en suicidarse, pero recuerda esa promesa. Esa donde le promete a su padre ser feliz aun así con su rareza tan hermosa.
Me cacheteo mental al pensar estas cosas en este momento.
Subo mi mirada y veo sus ojos. Esos que me trasmiten tanto y nada a la vez. Esos que me encantan aunque no sean míos.
—Sí no quieres podemos parar. —Niego, yo quería. Y quería mucho.
—No, perdón. Sigamos.
Miro su hombría y suspiro.
—Escúpelo. —ordena. Lo miro incrédula. Él asiente animándome. Magnus siempre decía que no le escupiera porque le daba asco mi baba y que si el veía un poco de baba tendría consecuencias.
Lo escupo y agarro su falo con toda mi mano aunque enrollé casi menos de la mitad. Empiezo a moverla desde abajo arriba. En un movimiento rápido.
Acerco mi lengua hacia a su hombría y lamo. Su delicioso sabor hace que gima con él.
Decido volver a lamer y dar cortas, pero repetidas lamidas mientras muevo mi mano suave desde arriba hasta abajo y con mi otra mano agarro sus pelotas para sostenerlas y acariciarlas.
Chupo la punta y veo como pierda todo tranquilidad y agarra mi pelo como si fuera una colita y me lleva hasta casi la mitad de su hombría y después me deja.
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Jugando con fuego
RomanceEl veneno cada vez empeoraba y ella solo quería vivir, por su padre. Escapaba más lejos cada vez para que no pudiera atraparla, pero se preparaba para cuando la atrapara. Al irse a vivir a Rusia nunca pensó en conocer a gente nueva o hacerse amigos...