capítulo veintinueve

865 106 50
                                    








—Sábado... diez de la noche —murmuró Jisung después de leer el mensaje que acababa de recibir. Bloqueó su celular, apoyándolo contra su mentón mientras pensaba. Tenía que usar sabiamente esa información si quería sacarle el máximo provecho.

Se dio la vuelta sobre la cama y se sentó, agarrando un almohadón para abrazarlo mientras volvía a desbloquear su celular. Ya tenía una idea, y una bastante divertida, por cierto. Le resultaba un poco gracioso como todo lo divertido en su vida giraba últimamente alrededor de su oficial de libertad condicional. No recordaba cuándo había sido la última vez que se había sentido así de atraído por alguien, de forma tan visceral, casi animal.

Bang Christopher despertaba su lado más instintivo, era una atracción que no debía pensar, que no tenía que racionalizar. Se sentía, estaba allí. Y, aún si Christopher, trataba de encubrirla, era palpable, irresistible. Lo había comprobado aquel día en la tienda, hacía ya más de una semana, cuando prácticamente le había confesado que quería partirlo a la mitad.

A veces admiraba la resistencia de Christopher. Se preguntaba si sería igual de resistente en otros ámbitos.

Una sonrisa traviesa cruzó por su rostro, haciéndole notar que se había perdido en sus propios pensamientos. Volvió a la pantalla de su celular, rebuscando el contacto del oficial para llamarlo. Notó que, desde aquel día, no habían vuelto a hablar. Solo un par de mensajes, fríos, como parte del inútil intento de Christopher por ignorar lo que había sucedido.

Pero Jisung no lo ignoraria. Sabía que había tensión, solo necesitaba el último empujón para que se rompiera.

Lo llamó entonces, acomodándose con su almohadón, dispuesto a disfrutar la charla.

—¿Qué quieres? Es tarde —la voz áspera de Christopher no tardó en oírse y Jisung pudo sentir como un estremecimiento lo recorría desde su nuca, a lo largo de toda su espina dorsal. El recuerdo de lo que había sucedido en el probador lo invadió en ese instante y fue imposible no morder sus propios labios.

—Si me hablas así se me va a olvidar lo que quería decirte.

—Entonces cuelga y me dices cuando recuerdes. Preferiblemente en un mensaje, ya que no parece ser tan urgente.

—No... —ronroneó, ignorando su aparente incomodidad —quiero oír tu voz.

—Déjate de juegos, Han.

—¿Por qué debería?

—Sabes que no es correcto.

—¿Y qué harás? ¿Te vas a enojar?

Pudo escuchar como Christopher tomaba aire, casi podía imaginarlo tenso, frunciendo el ceño de esa manera sensual que solo lograba hacer él, su mirada llenándose de ese sensual desprecio.

—No quieres verme realmente enojado, Han, créeme.

—Yo no estaría tan seguro. Me gustaría verte cumplir algún día tus amenazas.

—No seas enfermo.

—Lo dice el que me amenazó con follarme hasta que le dijera "sí, señor" y me volviera una pequeña "cosita sumisa".

—Eso no fue una amenaza.

—¿Ah no?

—Fue un comentario —repuso el mayor.

—Pues te invito a comentarme cosas así más seguido.

—Cállate —gruñó el mayor, más como una advertencia que como una orden.

Opium       [  hyunin  ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora