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Los parientes como tú hacen que sea muy difícil disciplinar a un niño, ¿sabes?". Hinata regañó lo mejor que pudo mientras comía su propio cono de helado de fresa.

"Pronto seré familia; puedo mimarla hasta que tenga la mía propia". Tenten sonrió a la niña que estaba sentada entre ellas en el banco del parque comiendo su cucurucho de vainilla que goteaba por todas sus manos.

"Sí, entonces veremos cómo te gusta". Le contestó Hinata sonriendo.

"¿De verdad crees que vas a ser capaz de aguantar a mi hijo después de tener uno propio?" Preguntó Tenten comiendo su cucurucho de helado de chocolate.

"Es fácil cuando no son tus hijos". Dijo Hinata casi con demasiada picardía. Tras un breve momento de silencio ambas chicas soltaron una risita y luego suspiraron.

"Hablando de Neji, ¿está en una misión, hace tiempo que no os veo ni a él ni a ti?".

Con el paso de los años las dos chicas se habían hecho íntimas. Tenten se había convertido en la hermana que Hinata siempre había deseado que fuera Hanabi. Tanto su primo como su novia hacían frecuentes visitas a su casa para visitar y mimar a la pequeña. Tenten, sin embargo, era fácilmente una de las personas favoritas de Yumi en el mundo, siempre trayéndole regalos y dulces de algún tipo para que le picara el diente. Hinata no podía contar cuántas veces le había pedido a Tenten que parara antes de que Yumi empezara a ignorar por completo a Hinata y a hacer caso a cada palabra de su amiga. Pero la morena se negaba a escuchar.

"Se fue con Lee esta mañana".

"Estoy pegajosa..." informó Yumi azotando sus pegajosas manos azucaradas en su camiseta. Preparada, Hinata sacó las servilletas húmedas de su bolso. Con suavidad, limpió a la niña e incluso le cambió la camiseta por una nueva.

"Mamá, ¿adónde vamos?" preguntó Yumi interesándose de repente por hacer dibujos en la tierra con un palo que había encontrado.

"Sí ¿a dónde vas?" Preguntó Tenten terminando su helado.

"A casa de Sakura. Me pidió unos libros que tenía, así que vamos a dejarlos". Dijo Hinata encontrando otro palo y uniéndose a su hija.

Cuando Yumi dibujó un sol Hinata dibujó las flores que había debajo. Cuando Yumi dibujó garabatos diciendo que era su nombre Hinata soltó una risita y escribió el nombre de su hija con su perfecta letra.

"Han pasado años, pero sigue siendo extraño verte con ella". Exclamó Tenten por encima de la conversación de las dos mientras Hinata deletreaba el nombre de Yumi y la niña lo repetía.

"Gracias".

"Es que no me lo esperaba de la tímida y apocada de todas. ¿Y tú?" preguntó Tenten pensativa.

Hinata pensó en las palabras.

¿Alguna vez pensó que estaría aquí y ahora con ella? ¿Alguna vez pensó cuando crecía que a los veintiún años en vez de ir a misiones de clase A y B y beber con sus amigas en sus días libres estaría sentada en un parque enseñando a su hija a deletrear su nombre? ¿Pensó alguna vez que en lugar de continuar su vida como ninja para demostrar su valía a su padre y a su clan, vivía al otro lado de la ciudad como ama de casa limpiando muñecas y colores en lugar de limpiar la sangre de sus kunai? ¿Alguna vez pensó que ahora mismo no podía imaginarse queriendo su vida de forma diferente a como se había convertido?

"Ni siquiera se me pasó por la cabeza". Dijo Hinata sonriendo a la niña que aún proclamaba un surtido de garabatos como su nombre escrito en la tierra.

Ella no era ajena al miedo, formaba parte de su trabajo. No podía contar con los dedos de las manos y los pies cuántas veces lo había sentido a lo largo de los años. Ya fuera el miedo a su primer beso, a una misión peligrosa o incluso sólo esos nervios inquietantes que se sienten cuando intentas encontrar esas palabras perfectas para decirle a alguien que le quieres. El miedo era el mismo y demasiado familiar. Sin embargo, sentarla ahora era diferente. Sentarla con Sakura a su lado a altas horas de la noche en el despacho de la Hokage esperándola era un tipo de miedo diferente.
No era la incertidumbre lo que había gobernado el resto de su vida. Era el miedo a lo que ya era seguro. Ella conocía sus probabilidades. Sabía que cuando llegara el momento, Sakura, tan maravillosa como era no mentiría por ella. Y para ser honesta ella no querría que lo hiciera. También sabía que Tsunade no era una persona estúpida, estaba lejos de serlo. Si no se había dado cuenta ahora seguro que lo haría en los primeros cinco segundos de ver a Hinata. Y entonces Tsunade actuaría como Hokage y le diría a Hinata que era su deber informar a su padre de que su hija de diecisiete años estaba embarazada.

Naruto - Un Regalo Inesperado ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora