Epílogo

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Cuando llegaron a París todo fue perfecto. Se alojaban en el mejor hotel de París, desde allí podían ver todas las luces y la Torre Eiffel, Hyunjin jamás olvidaría el brillo de los ojos de su novio al mirar aquel precioso paisaje por la ventana. Lo abrazó por detrás y plantó un suave beso en su mejilla.

—¿Te gusta? —susurró, no quería romper la magia que parecía haber en aquel momento.

—Es precioso. —susurró. Hyunjin sonrió y Felix lo miró, sus ojos todavía seguían brillando.

—Tú eres precioso. —susurró mirando París en la oscuridad, repleta de luces preciosas.

Sintió cómo el rubio colocaba sus manos sobre las del pelinegro en su barriga, inclinando la cabeza levemente hacia atrás en su hombro, cerrando los ojos y disfrutando de la suave brisa que entraba por la ventana.

—Gracias, Hyunjin. —le dijo, y el más alto sonrió levemente.

—No tienes que darme las gracias por nada, pequitas, gracias a ti por venir conmigo. Esto es perfecto. —murmuró cerca de su oído.

—Podemos hacer que sea más perfecto aún. —murmuró Felix en voz baja, y Hyunjin lo miró. Su novio estaba levemente sonrojado y sus ojos brillantes fijos en los suyos.

El pelinegro sonrió y lo besó. Con los ojos todavía cerrados, el rubio se giró hacia Hyunjin y enroscó los brazos tras su cuello, volviendo a juntar sus labios con los de él. Sin cerrar la ventana, el más alto lo levantó haciendo que enrroscara las piernas en su cintura y lo llevó hacia la gran cama matrimonial que había en el centro. La ropa empezó a sobrar, y a pesar de las súplicas de Felix, Hyunjin insistió en no quitarse la última prenda todavía.

—Hyunjin. —suplicó. Demasiado despacio, Felix quería que lo hiciera ya o de lo contrario moriría de placer, necesitaba sentirlo todavía más cerca.

—Todavía no. —murmuró, besando despacio cada trozo de piel desnuda de su amante. El rubio lloriqueó y Hyunjin sonrió sobre la piel de su estómago. —Cariño, déjame disfrutar de ti. —murmuró, plantando un beso en la punta de su erección.

—Hyunjin, si sigues así no podré aguantar mucho más. —suplicó.

El pelinegro miró cómo su novio apretaba fuertemente las sábanas y mordía su labio.

—Bien. —susurró, estirando su brazo hacia la cómoda para coger el lubricante y los condones que había dejado anteriormente. Felix gimió.

—Sin condón, quiero sentirte. —pidió.

Hyunjin medio sonrió y dejó el condón, cerrando el cajón y dejando el lubricante a un lado mientras se quitaba los boxers, haciendo fricción por un momento y logrando un gemido de parte de Felix.

Empezó a prepararlo, primero con un dedo, despacio. El rubio lloriqueó pidiendo más, y Hyunjin introdujo el segundo dígito no mucho después.

—Te necesito ya. —dijo Felix acariciando los brazos del pelinegro.

Hyunjin besó al rubio mientras iba introduciéndose en su interior con lentitud. Éste gimió en su boca y arañó levemente la espalda de Hyunjin, quien gimió ante el dolor placentero mezclándose con el placer de estar dentro de aquel caliente y apretado lugar.

Desearían durar toda la eternidad, pero ninguno de los dos pudo durar demasiado en un momento tan perfecto y dulce lleno de placer. Ambos colapsaron a la vez, y Felix gimió en la última estocada, sintiendo cómo Hyunjin se desbordaba en su interior, llenándolo por completo, dando un último golpe a su próstata y haciéndolo llegar a lo más alto, explotando también. Clavó las uñas en los hombros del más alto y cerró los ojos con fuerza, intentando sobrellevar el poderoso orgasmo que amenazaba con arrullarlo.

Con la respiración acelerada, el pelinegro permaneció aguantando su peso sobre Felix con los brazos para no aplastarlo. Veía a Hyunjin temblar después del intenso orgasmo, y el más alto besó la frente sudorosa de su novio, sus párpados, su nariz, sus mejillas y finalmente sus labios, mientras el moreno seguía intentando regular su respiración.

—Te quiero, pequitas. —susurró Hyunjin sobre los labios de su pequeño rubio.

—Te quiero, Hyun... —logró susurrar Felix antes de quedarse totalmente dormido, finalmente libre.

FIN.

FIN

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Finally Free | Hyunlix ver.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora