Roma, 2022
Elena miró por la ventana y se sintió afortunada. En el horizonte, se dibujaba la cúpula de San Pedro, tan grandiosa e impactante, rodeada por el pórtico de la plaza oval delimitada por la columnata, con sus 162 columnas, coronadas cada una de ellas por figuras, esculturas de santos. Respiró hondo, esa imagen la llenaba de paz a pesar de su escaso sentimiento religioso. Quizás la simple contemplación de la belleza alimente el alma de una manera parecida a la religión. Te reconforta y te conecta con tu parte más humana. La humanidad ha creado auténticas maravillas y ella disfrutaba de una de ellas a diario. Tomaba café lentamente, gozando de la vista. Le esperaba una nueva apasionante jornada laboral en el archivo del museo del Vaticano. Su función era custodiar y crear guías en italiano sobre el Códice Sinaítico del año 330 d.C. que había custodiado desde su salida de la biblioteca de Londres hasta su llegada al archivo del Vaticano, su actual puesto de trabajo. No podía imaginar un trabajo más apasionante. Esto le había dado entrada al inmenso archivo del Vaticano y poder estudiar obras coetáneas a la que custodiaba mientras los estudiosos aprovechaban esta gran oportunidad de tener delante el Nuevo Testamento más antiguo encontrado. Elena debía vigilar su estado y aportar información sobre la obra en un italiano aprendido en los últimos años, gracias a su segunda licenciatura en filología italiana que estudió en la universidad de Londres, ya que allí vivía desde 2010. Su vida estaba en Londres pero visitar Roma siempre había sido su sueño. Ahora sus relaciones con sus seres queridos y familiares españoles se limitaban a video llamadas, whatsapps o e.mails.
Se dirigió en autobús a Cortile del Belvedere, donde se ubicaba el museo, después de la inestimable ayuda de Gina, su asistente personal durante su estancia en Roma. Ya había aprendido la lección de no tener asistentes masculinos. Aunque el pasado se resistía a dejarla en paz, algún mensajito esporádico de él recibía pero intentaba que no le afectara. En su vida tenía diversas pasiones pero frente al día que le esperaba rodeada de manuscritos en códices y papiros le era fácil obviar cualquier tentación terrenal.
Pero sí que hubo una temporada en que las pasiones terrenales la arrollaron, la pisotearon y volvieron su mundo patas arriba. Hubo un tiempo en que tuvo varios caminos ante sí. Caminos que, de haber tomado, la hubieran transformado completamente. Ahora iba a tener seis meses para estar sola, completamente sola en una ciudad mágica, estudiando unos documentos de incalculable valor. Quizás era buen momento para echar la vista atrás y valorar si había tomado las decisiones acertadas. El autobús la dejó cerca del museo y su fastuoso edificio le hizo volver al presente. La belleza y el arte son un poderoso narcótico que suavizan los pensamientos incómodos y Elena no pensaba desaprovechar la ocasión de otra jornada laboral rodeada de opiáceos en forma de arte. Entró sin problema en ese gran edificio con su silla de ruedas electrónica recordando que el primer día la habían confundido con una simple turista intentando entrar a zonas prohibidas. Después de acreditarse debidamente, accedió a la zona restringida y saludó a sus compañeros. Se acercó con sumo respeto a la obra que custodiaba con la que debía seguir trabajando. En ese punto, desaparecían sus dudas, sus miedos, sus problemas. Ante una obra delante de la cual otros temblaban, ella se sentía segura y confiada. Por ocho horas, ningún pensamiento banal rozó su mente pero la vuelta en autobús a su casa le jugó una mala pasada. Recordó el principio de todo, aquel año que cambió su vida.
Barcelona, 2009.
-¡Basta ya de tanta tontería, Claudia! -Exclamó Frank exaltado.
Incluso Quim se giró para ver la escena, desde el balcón donde estaba tenía una perfecta visión del amplio comedor. Tres comensales estaban en la mesa, sus jefes y su invitada. Invitada por Elena, por supuesto, ya que Frank no parecía muy contento con la compañía. Frank nunca hubiera invitado a Claudia si no fuera por complacer a Elena, su pareja desde hace 5 años. Quim estaba tan abstraído en sus pensamientos que no podía adivinar con qué rara ocurrencia había sacado a Frank de sus casillas. Era algo bastante habitual, casi como un juego aunque a Frank no le hacía ni pizca de gracia. Quim pensó que la vida le iría mucho mejor a Frank si se la tomara con menos dramatismo.... Se fijó que Elena, sin embargo, se esforzaba por borrar una sonrisa socarrona de su cara. Claudia siempre le hacía reír, algo que rara vez conseguía Frank, pensó casi inconscientemente Quim. Elena merecía reír, merecía ser feliz, se merecía todos los abrazos del mundo.... ¡Stop! Se dijo. No podía permitirse esos pensamientos, él trabajaba para Frank y Elena. Su profesionalidad dependía de controlar sus sentimientos, así que para aplastarlos prestó atención a la conversación que discurre ignorándolo por completo.
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El viaje de Elena
RomanceElena es una mujer atrapada en una relación conveniente pero no se siente plena. Su discapacidad no le corta las alas para soñar y no se conforma con una vida aparentemente plena. Desea algo más. Esa es la clave. Su vida se ve impulsada por el deseo...