Historias de Lambda: Proyecto Lázaro

Prólogo

¿Que es el miedo?

Parece una pregunta sencilla de responder, por un lado la filosofía dio su punto de vista a través de los veredictos de cada pensante a lo largo de la historia, quienes con ideales muy diferentes, lograban concluir en el mismo punto es lo que nos hace reales, aquello que saca a lucir nuestros instintos mas primitivos de supervivencia.

Por otro lado las ciencias culminaron su idea de una forma mas cerrada, pero no por ello menos interesante, según la psicología es "un mecanismo de defensa inconsciente ante un peligro real o ficticio"

Pero podemos ir un poco mas lejos ¿Donde comienza aquello que llamamos miedo?

La respuesta mas fácil seria la amígdala una pequeña estructura subcortical relacionada con las emociones, ella es la encargada de enviar la información relacionada con el miedo y/o ansiedad a los sistemas superiores mas complejos.

Otra respuesta lógica seria plantear que el miedo comienza en el sistema auditivo, ya que se dice que lo que mas nos asusta son los sonidos, incluso llegando a percibir el miedo por medio de otro sentido, el sistema auditivo nos priva por un segundo de sus servicios por una reacción repentina.

Honestamente, existen muchos estudios sobre el miedo y numerosos filósofos que han reflexionado sobre este tema. Podría hablar del cortisol o la adrenalina, pero eso es otra historia. Esta vez, quiero entender el miedo de forma más directa. Además de sus manifestaciones emocionales, el miedo puede tener efectos físicos en el cuerpo humano, como el aumento de la frecuencia cardíaca, la sudoración o la tensión muscular. Es una fuerza poderosa que puede protegernos o limitarnos, influir en nuestras decisiones y comportamientos de formas que a menudo ni siquiera comprendemos completamente.

Pagina Nª1 del diario personal del Dr. Kernal

Propiedad de Techfamr

La gran ciudad de Nuevo Londres se encontraba bajo el manto oscuro de la noche, envuelta en una tormenta despiadada que azotaba sus calles con furia. Los relámpagos cortaban el cielo en estallidos de luz, iluminando momentáneamente los contornos de los edificios empapados. El frío penetraba hasta los huesos, como si el invierno hubiera decidido instalarse de manera permanente en la ciudad. El rugido del viento rivalizaba con el estruendo de las olas que golpeaban sin piedad la costa cercana, creando una sinfonía caótica que dominaba el paisaje nocturno.

La impaciencia se reflejaba en los gestos de Caroline y Mikael mientras aguardaban en el torreón del puerto. Caroline, la hermana mayor, se mantenía erguida y firme, sus ojos centelleaban con determinación incluso en la oscuridad de la noche. Su hermano Mikael, por otro lado, mostraba un aire de inquietud, sus manos nerviosas jugueteaban con los dobleces de su abrigo mientras su mirada vagaba por el horizonte, buscando alguna señal de su contacto perdido.

—¿Estas segura que era aquí? —pregunto Mikael en tono de protesta.

—Que si... ya te dije mil veces, que estas cosas suelen tardar —respondió su hermana mayor.

Aunque algo no cuadraba, los contactos que suelen trabajar con sus familias suelen ser de mucha confianza, el mero hecho de llegar tarde era una deshonra y perder lazos con ellos podría resultar en un grave problema para cualquiera.

—Si esto va a ser así siempre, prefiero renunciar a este trabajo —volvió a quejarse Mikael, que dicho sea de paso no era la primera vez en la noche que se molestaba por el trabajo.

—Ya era hora, todavía no entiendo porque mama y el tío aprobaron tu ingreso —dijo Caroline con su característica soberbia.

—Yo tampoco lo se, incluso podrían haberme puesto con alguien un poco mas divertido.