Esposa del Rey de la Mafia

Apenas la conozco

El aire frío de la noche envolvía a Pansy mientras caminaba por las solitarias calles hacia su hogar. Una sensación de inquietud se había apoderado de ella, como si una sombra oscura se cerniera sobre su espalda. Sin embargo, antes de que pudiera identificar la fuente de su malestar, dos figuras emergieron de entre las sombras y se precipitaron hacia ella.

Pansy apenas tuvo tiempo de reaccionar cuando las manos ásperas de los hombres la sujetaron con fuerza, impidiendo cualquier intento de resistencia. Un grito se ahogó en su garganta mientras la sorpresa y el miedo la inundaban.

"¡Suéltame! ¡Déjenme ir!", exclamó Pansy, luchando por liberarse del agarre firme de sus captores. Sin embargo, sus palabras fueron sofocadas por el pañuelo áspero que uno de los hombres le colocó sobre la boca.

"Quietecita, señorita. Esto será mucho más fácil si cooperas", murmuró uno de los hombres con voz áspera, mientras sus manos la ataban con habilidad. Pansy luchó en vano contra las cuerdas que la aprisionaban, sintiendo la desesperación crecer dentro de ella.

Los hombres arrastraron a Pansy hacia un callejón cercano, lejos de las miradas indiscretas de la calle principal. La oscuridad los envolvía, y el sonido de sus pasos resonaba en el silencio de la noche mientras avanzaban con determinación.

Pansy luchaba por mantener la calma, su mente llenándose de preguntas sin respuesta. ¿Quiénes eran estos hombres y por qué la habían atacado? La incertidumbre y el temor la envolvían, amenazando con aplastar su espíritu.

Finalmente, llegaron a un vehículo oscuro que esperaba en la sombra del callejón. Las puertas se abrieron de par en par, revelando la oscuridad siniestra que acechaba en su interior. Con brusquedad, los hombres arrojaron a Pansy al asiento trasero, donde quedó reducida a un montón de temblor y confusión.

Mientras el vehículo se alejaba en la distancia, Pansy se aferraba a la esperanza de que alguien la encontraría, de que este oscuro capítulo en su vida llegaría a un final. Sin embargo, en lo más profundo de su ser, sabía que el camino que se extendía ante ella estaba lleno de peligros desconocidos y desafíos inimaginables. Y solo el tiempo diría si tendría la fuerza y la determinación para superarlos.

En la seguridad de su hogar, rodeado por su familia, Harry Potter se encontraba en medio de una tranquila velada cuando su teléfono sonó, interrumpiendo la paz de la noche. Con una ceja alzada en curiosidad, tomó la llamada, sin esperar lo que vendría a continuación.

Al otro lado de la línea, la voz de Ronald Weasley, su enemigo declarado, resonó con una frialdad que heló la sangre de Harry. Las palabras de amenaza retumbaron en su oído mientras Weasley profería su ultimátum.

"Si no vienes, mataré a Pansy", declaró Weasley con una determinación que enviaba escalofríos por la espalda de Harry. "No te hagas el tonto, Harry. Sabemos que te importa".

Harry contuvo el aliento mientras escuchaba las súplicas desesperadas de Pansy al fondo, su voz llena de angustia y temor. A pesar de apenas conocer a la chica, la idea de que sufriera por su culpa lo llenaba de una profunda incomodidad.

"¡Espera, espera!", interrumpió Harry, tratando desesperadamente de razonar con su enemigo. "Apenas la conozco, no tiene nada que ver conmigo".

Pero las palabras de Harry cayeron en oídos sordos mientras Weasley continuaba con su amenaza implacable. "No me importa si apenas la conoces. Si no vienes, ella paga el precio. La próxima vez, elige mejor a tus amigos, Potter".

El teléfono zumbaba en su mano mientras Harry luchaba por procesar la situación. ¿Por qué le importaba tanto una chica a la que apenas conocía? ¿Qué era lo que lo impulsaba a actuar, incluso cuando la lógica le decía que debería dejarla en manos de su destino?

Mientras la conversación llegaba a su fin, Harry se encontró enfrentando una decisión imposible. Sabía que no podía permitir que una vida inocente fuera sacrificada por su causa, pero también se preguntaba por qué se sentía tan obligado a intervenir por alguien que apenas conocía. Y en medio del torbellino de emociones, una cosa quedó clara: Harry Potter no se quedaría de brazos cruzados mientras una vida estaba en juego, incluso si esa vida era la de una completa desconocida.

Con el corazón pesado por la responsabilidad que ahora recaía sobre sus hombros, Harry se volvió hacia su familia, el semblante preocupado reflejado en su rostro. Con voz firme pero llena de inquietud, les explicó la situación que enfrentaban.

"Chicos, tenemos un problema", comenzó Harry, mientras su familia lo escuchaba con atención. "Ronald Weasley, mi enemigo declarado, tiene a una chica retenida. Parece que cree que ella tiene alguna relación conmigo, pero apenas la conocí anoche en la discoteca".

Las miradas de sorpresa y preocupación cruzaron el rostro de su familia mientras asimilaban la noticia. Hermione, su hermana, frunció el ceño en comprensión, mientras Draco, su cuñado, intercambiaba miradas significativas con Theo, su hermano.

"Maldición, ¿qué se cree que somos?", exclamó Theo con indignación. "Debe pensar que ella es tu amante o algo así".

Harry asintió sombríamente, sintiendo el peso de la situación sobre sus hombros. A pesar de apenas conocer a la chica, algo dentro de él anhelaba su seguridad, aunque también sentía un miedo indefinido que no podía identificar completamente.

"Tenemos que hacer algo para salvarla", continuó Harry, su mente trabajando febrilmente para idear un plan de rescate. "No puedo permitir que sufra por mi causa, incluso si apenas la conozco".

Hermione colocó una mano reconfortante sobre el hombro de Harry, su expresión llena de determinación. "Estamos contigo, Harry. Encontraremos una manera de sacarla de ahí".

Con el apoyo de su familia a su lado, Harry se sentía un poco más reconfortado, aunque el temor por lo que podría pasar aún persistía en su mente. Sabía que el tiempo estaba en su contra, pero estaba decidido a hacer todo lo posible para asegurar la seguridad de la chica, incluso si eso significaba enfrentarse a su enemigo más temido.