Después de...

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En la cálida y tranquila sala común de Hogwarts, de una torre, temporalmente asignada para los estudiantes de octavo año.

Harry y Draco se encontraban por primera vez desde hace mucho tiempo, no como rivales, sino como compañeros y, sorprendentemente, como amigos. Fuera de la competencia y de las miradas inquisidoras de sus compañeros, la atmósfera entre ellos se había suavizado.

Habían pasado horas discutiendo sobre las tácticas del torneo de duelos que se avecinaba, debido a sus nuevas clases, cuando el crepitar del fuego comenzó a morir, lanzando sombras danzantes por las paredes. Harry se levantó para añadir un tronco al fuego, y al regresar, se detuvo, observando a Draco reflexivamente.

"¿Sabes?", comenzó Harry, rompiendo el silencio cómodo que se había instalado entre ellos. "Nunca pensé que llegaríamos a estar, así."

Draco, que había estado jugando distraidamente con su varita, levantó la vista, sus ojos grises encontrándose con los verdes de Harry. "Ni yo," admitió, una sonrisa pequeña se formo en sus labios. "Supongo que las personas pueden cambiar"

Harry se rió suavemente, sentándose más cerca de Draco. "Quizá un poco. A veces, solo necesitamos ver a la persona fuera de todo lo que pensábamos que sabíamos sobre ella."

El fuego chisporroteó, llenando la sala con un brillo cálido que parecía envolver todo a su alrededor, incluyendo a Harry y Draco. Por un momento, solo se escuchaba el fuego, hasta que Draco habló de nuevo. "Y, ¿qué ves ahora?", preguntó con cautela, como si temiera la respuesta.

Harry consideró la pregunta, su mirada nunca dejando a Draco. "Veo a alguien inteligente, complejo y... sorprendentemente fácil de entender, ahora que estamos aquí, así."

Draco miró hacia abajo, esbozando una media sonrisa. "Eso no es lo que esperaba."

"¿Y tú? ¿Qué ves?", preguntó Harry, inclinándose un poco más hacia adelante.

"Veo a alguien que siempre me sorprende", respondió Draco, sus ojos fijos en los de Harry. "Alguien valiente, no solo en el sentido de enfrentar el peligro, sino en estar dispuesto a cambiar de opinión sobre alguien... sobre mí."

Las palabras colgaron en el aire, pesadas y significativas. Ambos se dieron cuenta de que estaban cruzando un umbral, pasando de la simple camaradería a algo más profundo, más personal. La distancia entre ellos se sentía cada vez más pequeña, no solo en el espacio físico sino en el emocional.

Harry extendió su mano, casi sin pensarlo, y Draco la tomó, un gesto simple pero cargado de significado. En el suave resplandor del fuego y la compañía el uno del otro, el mundo exterior y sus complicaciones parecían momentáneamente muy lejanos.

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