Confusión.

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En el silencio de la biblioteca, la tensión entre Harry y Draco era casi palpable. Habían estado discutiendo sobre un viejo volumen de pociones, sus voces cada vez más bajas conforme se daban cuenta de que estaban solos entre los altos estantes de libros polvorientos.

Draco, con un suspiro exasperado, cerró bruscamente el libro, haciendo eco en las paredes silenciosas. "¿Sabes qué, Potter? No puedo con esto. Siempre es lo mismo contigo." Sus ojos gris acero estaban encendidos, no de ira, sino de algo más difícil de descifrar.

"No quiero pelear, Malfoy."

"Entonces, ¿qué quieres?" La voz de Draco era un susurro, cargada de frustración y curiosidad.

Antes de que pudiera detenerse, Harry cerró el pequeño espacio que quedaba entre ellos, guiado por un impulso que no comprendía del todo. Sus manos temblaban ligeramente cuando tocó la cintura de Draco, quien no se apartó, sino que cerró los ojos, esperando.

Los labios de Harry se encontraron con los de Draco en un beso tímido. Era torpe, con la inseguridad de los que no están acostumbrados, pero llevaba un calor que ninguno de los dos esperaba. Draco respondió con cautela, sus manos encontrando el cuello de Harry, y lo que empezó como una confrontación se transformó en un momento de conexión inesperada.

Se separaron con el sonido de pasos lejanos, mirándose con sorpresa y algo nuevo y frágil brillando entre ellos. Sin palabras, ambos sabían que algo había cambiado, aunque ninguno de los dos estaba seguro de qué significaría eso para su futuro.

Después de ese beso, Harry y Draco se quedaron paralizados por un momento, aún procesando lo que había ocurrido. Los pasos que resonaban en la biblioteca se acercaban, y sin decir una palabra, ambos se separaron, antes de que alguien los encontrara en esa situación.

Con un último intercambio de miradas, Draco dio un paso atrás, recogiendo el libro de pociones y colocándolo en su lugar en el estante. Harry, aún sin aliento, ajustó sus gafas, tratando de entender sus propios sentimientos. La atmósfera de hostilidad entre ellos había dado paso a una confusión compartida y una curiosidad cautelosa.

Durante los días siguientes, ambos evitaban hablar del incidente, aunque se encontraban a menudo intercambiando miradas cargadas de preguntas no formuladas. El silencio entre ellos se había suavizado, ya no lleno de desdén, sino de un tipo de entendimiento tácito.

Una tarde, después de clases, Draco interceptó a Harry camino a su Sala Común de Gryffindor. "¿Podemos hablar?" preguntó, su tono más suave que lo usual. Harry asintió, y juntos caminaron hacia un aula desocupada.

Una vez allí, Draco comenzó, "Sobre lo que pasó en la biblioteca..." Su voz vacilaba ligeramente, una rareza para él. Harry lo miró, animándolo a continuar. "No sé exactamente por qué sucedió, o qué significa, pero..." Draco se detuvo, buscando las palabras correctas. "Pero no me arrepiento, me gusto."

Harry, sintiendo un peso levantarse de sus hombros, sonrió débilmente. "Yo tampoco me arrepiento, Draco."

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