Lo inevitable

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Retorno y Redención|Lo que no pudo ser

Los rayos dorados del atardecer de Londres se reflejaban sobre el vidrio pulido de las ventanas del Ministerio de Magia, acentuando el polvo mágico que flotaba en el aire. La ciudad, siempre bulliciosa, parecía guardar un secreto a voces: el regreso de Draco Malfoy, acompañado de su esposa, Astoria, quien llevaba en su vientre al próximo heredero de la casa de Malfoy. Era un retorno que prometía cerrar cicatrices abiertas y comenzar de nuevo, aunque para algunos, como Harry Potter, este regreso abriría heridas que nunca cicatrizaron del todo.

Cinco años atrás.

El amor había florecido en el lugar más inesperado. Entre los escombros de la batalla final en Hogwarts, Harry y Draco encontraron en el otro una comprensión mutua, una paz inesperada tras años de hostilidad. Con el tiempo, esa paz se transformó en algo más profundo, algo que ambos jóvenes juraron proteger contra viento y marea.

Sin embargo, no todos veían con buenos ojos la unión de dos almas tan opuestas. Ron Weasley y Hermione Granger, los mejores amigos de Harry, contemplaban la relación con preocupación creciente. A sus ojos, Draco Malfoy seguía siendo una amenaza, un vestigio de una guerra que preferían olvidar. En secreto, idearon un plan para separar a Harry de Draco, convencidos de que hacían lo correcto por el bien de su amigo.

El plan consistía en un hechizo de olvido, modificado para erosionar lentamente los recuerdos felices de Harry y Draco juntos, reemplazándolos con dudas y malentendidos.

Fue Hermione quien, con reticencia, conjuró el encantamiento, asegurándose de que ambos jóvenes comenzaran a distanciarse, creyendo que era su propio deseo.

Desgarrado por la confusión y la creciente distancia emocional, Draco tomó la decisión más difícil: dejar Londres. Se convenció a sí mismo de que lo hacía por el bien de Harry, creyendo que su presencia solo traía dolor y conflicto al hombre que amaba. Partió sin despedidas, dejando atrás un Harry que no comprendía por completo por qué su corazón se partía en dos.

Los años no fueron amables con Harry. Aunque eventualmente se casó con Ginny Weasley, una mujer que siempre había estado a su lado, su matrimonio carecía del fuego y la pasión que había conocido con Draco. Ginny, por su parte, amaba a Harry profundamente y luchaba por alcanzar una intimidad que parecía estar siempre velada por la sombra de un amor perdido.

|Tiempo actual|

El día del regreso de Draco. Harry, ahora auror, tenía la tarea de recibir a Draco y Astoria en el Ministerio, una formalidad diplomática dada la posición de Draco dentro del mundo mágico europeo.

Draco, elegante como siempre, pero con una madurez que no tenía antes, cruzó la entrada del Ministerio, su mano entrelazada con la de Astoria. Al ver a Harry, algo en su mirada vaciló, una chispa de lo que una vez fue. Astoria, comprendiendo más de lo que mostraba, apretó suavemente la mano de Draco, un silencioso mensaje de apoyo y amor.

El encuentro fue cortés, marcado por la tensión de lo no dicho. Harry se encontraba atormentado, los fragmentos de recuerdos luchando por hacerse sentido en su mente, mientras que Draco se mantenía firme, la presencia de Astoria a su lado un recordatorio constante de su vida actual, una vida que había elegido bajo la creencia de que Harry no lo quería más.

Con el tiempo, los encuentros casuales en eventos oficiales se volvieron más frecuentes, y con ellos, la oportunidad de redimir errores pasados. Ron y Hermione, observando la tristeza persistente, y el anhelo en los ojos de Harry, comenzaron a cuestionar la justicia de su intervención.

Consumidos por la culpa, confesaron una noche, revelando el hechizo y sus intenciones.

La revelación golpeó a Harry como un balde de agua fría, arrasando con la falsa paz que había construido. Furioso y dolido, conto todo al rubio, quien, con el corazón en un puño, escuchó la verdad detrás de su separación.

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