I. MAREA BAJA

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Era un día oscuro y lluvioso. La tormenta no parecía querer amainar nunca y el fuerte viento azotaba las ventanas sin piedad. Una de las ráfagas abrió de par en par las puertas del balcón, apagando a su paso las velas y logrando sobresaltar a Sanji que se encontraba sentado a la mesa leyendo. Se levantó para volver a cerrarlas y observó durante unos instantes la lluvia que se escuchaba con intensidad cuando las gruesas gotas se estrellaban contra el empedrado del pavimento. Los rayos y los truenos surcaban el negro cielo del mediodía, logrando ensordecerle cuando su retumbar se unía al eco de las montañas que rodeaban el palacio. El viento alborotaba los rubios cabellos por completo y chocaba contra su rostro logrando despejarle por completo, eliminando el aletargamiento de su cuerpo casi al instante tras tantas horas sentado estudiando. Cerró nuevamente las puertas y paseó por el salón. Se aburría. El verano estaba por terminar y las cada vez más frecuentes tormentas de septiembre se lo recordaban. En poco tiempo llegaría el invierno y no podría pasear por los jardines como distracción. Se vería encerrado junto a su familia, la corte y el servicio durante meses. Suspiró agotado ante esa perspectiva y se dejó caer con suavidad sobre uno de los sofás frente a la chimenea que por el momento permanecía apagada, permitiendo que el aire fresco de la tarde se colara por ella. No pudo continuar compadeciéndose de si mismo por más tiempo ya que sus hermanos entraron riendo al salón en el que se encontraba. Traían las botas llenas de barro por lo que supuso que se habrían visto obligados a regresar de la cacería a la que habían salido en la mañana al ver que el cielo ennegrecía.

- Sanji hemos tenido una idea fantástica para mañana - comentó Yonji muy emocionado en cuanto le vio

- Miedo me da. Viniendo de vosotros tres puede ser cualquier cosa

- ¡Vamos a bajar a la ciudad de incógnito para ver el festival de la cosecha! - gritó ganándose un golpe en la nuca por parte de Ichiji y provocando que Sanji girase por completo para poder observarles y cerciorarse de que no se trataba de ninguna broma

- ¡Idiota! Nadie debe saberlo. Si padre se entera no lo permitirá, pondrá guardias en nuestras puertas y nos mantendrá cautivos eternamente - le recriminó el mayor al más joven

- ¿Habláis enserio? ¿Pretendéis bajar a la ciudad sin escolta alguna?

- No será necesaria, como ha dicho Yonji iremos de incógnito. Fingiremos ser unos campesinos más. A padre le hemos dicho que iríamos a la catedral a rezar y luego saldríamos a cazar un rato si el tiempo lo permite - comentó Niji sentándose a su lado para apoyar las botas embarradas sobre la mesa que había frente al sofá

- ¿Qué dice madre?

- Por una vez no seas el niño de mamá - le cortó Ichiji - padre ha dado el visto bueno, no necesitamos más

- ¿Reiju sabe algo?

- No, seguro que trata de hacernos entrar en razón. Vamos Sanji, será divertido. Iremos al festival, beberemos en alguna taberna, bailaremos un poco y seguro que vemos chicas - le suplicó Yonji poniendo esa cara con la que solía conseguir todo lo que quería. No por que fuese especialmente enternecedora si no por que todos sabían que la segunda fase consistía en acosar durante semanas hasta lograr que cediesen a sus caprichos

- Está bien, os acompañaré porque yo también estoy muerto de aburrimiento aquí encerrado

- ¡Eso es! - gritó Niji zarandeándole contento - además el invierno está al caer y entonces no podremos salir a nada. Necesitamos despedir el buen clima con una fiesta secreta a lo grande - dijo con una sonrisa inmensa que inspiró de todo en Sanji menos confianza. Conocía bien a sus hermanos y a excepción de Ichiji los otros dos eran un par de descerebrados.

Ichiji era el mayor de los cuatro hermanos varones y era sin dudas el favorito de su padre. Confiaba en él, le permitía acudir a todas las audiencias y reuniones y le formaba para ocupar su puesto como rey con esmero. Sanji no tenía duda alguna de que se sentía orgulloso de él al igual que de Niji. El segundo tenía un carácter complicado y un gusto por lo sádico un tanto excesivo pero a su padre no parecía importarle pues era diestro con la espada y tenía mente para la estrategia militar. Era evidente que ocuparía un puesto en el consejo tarde o temprano aunque por el momento Niji se preparaba con los mejores maestros en espada y pasaba las horas muertas del día en ejecuciones, de caza con Ichiji o trayendo a escondidas prostitutas de la ciudad a la caseta de herramientas abandonada que se encontraba al final de los jardines. Yonji por otro lado no parecía tener un gusto consolidado por nada. Iba y venía en función de lo que más le interesase. Podía pasar el día pegado a cualquiera si le interesaba mínimamente lo que se trajese entre manos hasta que encontrase algo que le llamara más la atención y corriese hacia ello. Sanji por su parte pasaba la mayoría del tiempo junto a su hermana Reiju y su madre Sora. A su padre no le entusiasmaba que estuviese tanto rato entre mujeres pero siempre había hecho oídos sordos al respecto y no iba a empezar a hacerle caso ahora. Se le hacía más agradable pasar el tiempo a su lado que junto a sus hermanos. No es que se llevara mal con ellos o no le cayesen en gracia pero pasar demasiadas horas con ellos solía traer consecuencias nefastas para Sanji. Tendían a meterse en líos y siempre salir airosos mientras que él se veía envuelto en su caos y reprendido durante horas por su padre.

EL PESO DE LA CORONA (ZOSAN/SANZO+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora