El camino hacia la habitación se les estaba haciendo eterno y el ascensor parecía que había decidido ir más lento de lo habitual. "Solo son cinco plantas, vamos" pensaba Naiara, con la vista fija al frente mientras observaba en la pequeña pantalla como iba cambiando el número según iban subiendo.Habían decidido hablar más detenidamente de todo en la habitación de la maña, ya que ella dormía sola, y disipar por fin todas las dudas que ambos llevaban acarreando durante meses.
Lucas planeaba en su mente como comenzar la conversación, ahora que Naiara le había dado una oportunidad para aclarar todo no quería cagarla. Observaba su perfil desde el lado derecho deteniéndose en sus labios entreabiertos. Estaba nerviosa, lo podía notar en la subida y bajada de su pecho y en su respiración acelerada y eso, irónicamente, lo tranquilizó.
— No me jodas —espetó atemorizada cuando un zumbido sacudió el ascensor y se quedaron a oscuras.
Naiara sintió su respiración cortarse de golpe y tuvo que sostenerse al brazo del uruguayo para no caer desvanecida. Se habían quedado encerrados.
Lucas, que también sentía su corazón acelerado por el repentino accidente, decidió tomar las riendas de la situación.
— Tranquila —susurró intentando sonar lo más calmado posible mientras pasaba su brazo por su cintura atrayéndola a él queriéndole brindar una serenidad que no tenía.
— ¿Tranquila? ¿cómo que tranquila, Lucas? esta mierda se acaba de parar. —Gritó desesperada mientras golpeaba la puerta con las palmas de sus manos.
— Ey, pará que te vas a lastimar.
Él la tomó de los brazos y la alejó de la puerta para posteriormente pulsar el botón de la campanita de emergencia, pero no obtuvieron respuesta al otro lado lo que hizo desesperar más a la maña. Se había ido la luz, así que intuyó que en cuanto volviese la electricidad ese cacharro volvería a ponerse en marcha.
— Me estoy mareando —dramatizó mientras se dejaba caer en el suelo con la espalda apoyada en una de las paredes. — Creo que me voy a desmayar.
— Mírame —le dijo mientras la tomaba de las mejillas obligándola a fijar su mirada en la de él. — Respirá, ¿sí? conmigo.
— No puedo Lucas —su tono desesperado hacía poner más nervioso al chico que lo único que quería era que ese ataque repentino de pánico cesase.
— Claro que podés —la animó tomándola de las manos y posicionándose de rodillas delante de ella.
El uruguayo llevó su mano a su propio pecho, a la altura de su corazón, para que pudiese regular los latidos de él con los suyos. Inhaló y exhaló con profundidad pidiéndole que repitiese los mismos movimientos, logrando así que las pulsaciones de la morena se estabilizaran.
— Gracias —pronunció una vez más calmada prestando especial atención a su respiración para evitar que volviese a ocurrir lo anterior.
Lucas, se sentó a su lado y pasó su brazo por sus hombros atrayéndola hacia él en un -casi- abrazo.
— ¿Cómo es eso que la vas a dejar? —sentir su voz a centímetros de distancia lo hizo tensarse que, impulsado por la cercanía apretó su cuerpo, más aún, contra el suyo.
— ¿Querés hablar de eso acá?
— ¿Tienes alguna propuesta mejor de que hacer antes de morir? —bromeó, mirándolo desde abajo.
Lucas alzó las cejas y carcajeó. Tenía un par de opciones más de "cosas que hacer antes de morir" que la incluían a ella, unas mucho más divertidas que hablar sobre su futura ruptura con su pareja. Sobretodo teniéndola al lado, con ese vestido de infarto que llevaba torturándolo toda la noche.