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“A ti te gustan los bandidos, a mí me gusta lo prohibido.”

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La vida de Ariana era fácil e ideal para cualquiera que la viera de afuera

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La vida de Ariana era fácil e ideal para cualquiera que la viera de afuera. Su hermano era Lisandro Martinez, uno de los mejores defensores que tenía Argentina y Europa hasta el día de la fecha, sumado a que gracias a él tenía la vida que tenía con todos los beneficios que eso traía. Saber usar la fama que le daba la farándula a su favor había sido su as bajo la manga y, probablemente, su decisión más inteligente. Se había convertido en una influencer buscada incluso sin querer serlo, con solo subir fotos suyas a su feed de Instagram e interactuar con los seguidores que obtenía gracias a quien era su hermano, llegando hasta modelar para marcas solo por quién era y por pertenecer a la familia que pertenecía. Le parecía hasta irónico, pero también sabía disfrutar de sus beneficios por tan criticada que pudiera llegar a ser.

Le gustaba pasarla bien, vivir su vida sin guardarse nada y, mucho menos, preocuparse por la cantidad de personas que tenía pendiente de su vida. Que para variar, no eran pocos. Sabía mantenerse al margen, pero a veces hacerlo significaba no vivir y eso no iba a suceder. Y quizá por eso tenía tantos escándalos y rumores alrededor de su nombre, pero ella prefería quedarse callada y simplemente ser ella.

Sin guardarse nada.

Por eso le gustaban las vacaciones también, le gustaba verse con sus amigas todos los días, vestirse linda y salir a la noche con el objetivo de divertirse hasta que saliera el sol. Prefería estar en la costa, sin preocupaciones, que en Entre Ríos, pensando en su último año de la facultad. También amaba las noches en la Capital de Buenos Aires, donde ahora pasaba su último día de sus largas vacaciones y esperaba por la aparición de su hermano mientras preparaba el bolso que se llevaría en breve.

—¿Dónde vas? —La voz de su pareja la sacó de sus pensamientos, dejando el toallón que forzaba a meter a un costado.

—Me viene a buscar Licha, vamos a ir a la quinta de Pilar. —Avisó, apresurando su paso con tal de llegar a su valija a buscar el traje de baño que tenía en su mente desde que su hermano le envió el mensaje. Pudo escuchar a su novio suspirar pesadamente. —No me jodas ahora, Matias. —Murmuró, levantándose de su lugar.

—¿De qué? Si total vas a hacer lo que se te cante. —Bufó, adentrándose por completo a la pieza y dejando su mochila en una de las sillas presentes. En sí, tenía razón. Ariana siempre hacía lo que quería. —Encima con esa vas a ir. —Frunció el ceño al ver la malla escogida, sabiendo con perfección de cual se trataba.

—Ya empezás. —Chasqueó su lengua, cerrando el bolso en su lugar. —No sé si vuelva, desde ya te digo. —Se sentó en el borde de la cama, atando sus zapatillas de mejor manera antes de volver a levantarse.

—Y si seguro van los amiguitos de tu hermano, que vas a volver. —Volvió a murmurar sarcástico, a lo que Ariana decidió hacer oídos sordos si no quería pelear ahí mismo.

EUROPA. | PHIL FODEN, ENZO FERNÁNDEZ. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora