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“Yo soy el turro que te vuelve loca, que te lleva a Europa y que te compra ropa.”

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Sus manos frías se detuvieron sobre la baranda aún más helada de aquel balcón oscuro con vista clara al centro de la ciudad de Buenos Aires. Necesitaba un poco de aire y, definitivamente, lo estaba consiguiendo segundo tras segundo que sentía sus pulmones llenarse de él, junto a ese olor característico del ambiente y el perfume varonil que le anticipaba la entrada de Phil tras ella, erizando su piel de solo tocar su cintura y besar su cuello con suma delicadeza, como si no había disfrutado de hacer lo que quería con ella horas atrás en esa misma habitación de hotel a la que la había llevado.

—¿Y? —Su tono dudoso la hizo emitir un sonido de interrogación, sin querer romper esa paz que existía entre ellos ni su vista tan concentrada en las calles transitadas frente a ella. —¿Te venís a Inglaterra conmigo? —Preguntó por lo bajo, apoyando su mentón sobre su hombro derecho sin darle mucha vuelta a lo que quería llegar.

—¿Cómo me voy a ir? ¿Estás loco vos? —Se rió por lo bajo, negando en lo que bajaba la mirada a sus manos. —Tengo novio, no sé si te olvidaste.

Lo escuchó chasquear su lengua. —¿Y te coge mejor que yo o eso si me lo vas a negar?

Ariana no pudo ejercer mejor respuesta que una simple risa traviesa, delatándola tan rápido como había sido ejercida la respuesta y el sonrojo inevitable paraba en sus mejillas. Nadie se la había cogido tan bien para ser su primera vez como Phil Foden. Se había encargado de hacerla sentir segura y bien toda la noche, no se había ido de mambo y realmente la había cuidado desde su llegada al hotel como si no se tratara de una más de las trolas que debía cogerse a diario, lo cual había sido un punto más a su favor si debía considerar la propuesta. Porque sí, la estaba considerando. Su sueño siempre había sido estudiar en Europa, conocer distintos países gracias a su trabajo y poder ayudar a su familia económicamente tal y como lo hacía su hermano mayor, pero era gracias a él que no podía desarrollar su vida como quería y no había mejor oportunidad que esta para realmente considerar el irse finalmente a cumplir sus sueños.

—¿Qué gano yendo para allá? —Se giró en su lugar, posicionando sus brazos a sus costados sobre la baranda y conectando su mirada directamente con la del delantero.

—Ah, encima querés ganar algo. —Se rió suavemente, acercándose un poco más para volver a encontrarse con la clavícula de la rubia. Se había vuelto completamente adicto a besarla de pies a cabeza. —Mañana te mando el pasaje, te compro un apartamento, te voy a visitar y vas a ver lo que vas a ganar.

—Dale, sucio. —Lo empujó juguetonamente, haciéndolo reír una vez se separó de ella. —No puedo dejar a mi novio así como así, Phil.

—¿No me dijiste que pelearon? Dale… —Insistió una vez más, buscando su mirada mientras la veía negar rápidamente. —Venite conmigo, si total yo te trato mejor. —Su mano acarició atentamente su cintura, haciéndola suspirar de solo escucharlo rogar.

—Lisandro me mata.

—Sin que se entere nadie, entonces.

—¿Sin que se entere nadie?

—¿Qué? ¿Te da miedo?

Miedo.

Probablemente la razón por la que aún no se atrevía a llevarle la contraria a su hermano y comenzar su vida soñada en otro lugar que no fuera Entre Ríos. Tenía el peso de tener que cuidar a su familia mientras no se encontraba su hermano y, al mismo tiempo, ser esa hija ejemplar que seguía sus pasos para ser un orgullo más para sus papás. Pero quizás ya era hora que comenzara a hacer su vida y viera por ella misma.

EUROPA. | PHIL FODEN, ENZO FERNÁNDEZ. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora