15. Kallithea.

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"¿A qué me aferro tanto... a tus ojos que no me miran o a tu corazón que no es mío?"

Özdemir Azaf

EVELYN

Caminé sin muchas ganas a través del pueblo con Kian apretando mi mano con fuerza para que no intentara salir corriendo a encerrarme de nuevo en mi nueva habitación.

Con cada mirada de lástima que me dirigían las demás personas crecían las ganas de ir a refugiarme con Rowen, quien se convirtió en un amigo cercano durante esos últimos días. Pero me contuve, era dar ese paseo o ir el día siguiente a la escuela.

Prefería mil veces el paseo.

Suspiré y miré el cielo. El atardecer estaba pintando el cielo con hermosos colores.

Kian estaba esbozando una sonrisa de oreja a oreja, quizás lo hacía para intentar contagiarme el gesto.

Lo logró, porque sonreí débilmente.

Todo lo demás desapareció de un momento a otro como si hubiera aparecido una burbuja invisible a nuestro alrededor.

Ignoré por completo las miradas.

—Recuérdame cómo es que acepté venir contigo.

—Lo hiciste porque me amas. Estoy seguro de eso —dijo orgulloso a modo de juego.

Si tuvieras la valentía suficiente para decirle lo acertado que está...

La voz dentro de mi cabeza tenía razón. La verdad, es que él es mi amor platónico desde que nos conocimos cuando niños y, con su personalidad, llegó a alegrar mi vida.

—Me hace feliz que sonrías tanto.

Sus palabras me sorprendieron, no me había dado cuenta de la tonta sonrisa que estaba esbozando gracias a la dirección en la que se estaba dirigiendo mi mente.

—Sí, a mí también eso me hace feliz.

Me miró confundido por mis palabras. Ni siquiera yo estaba segura de lo que acababa de decir.

Siempre he formado parte de ese tipo de personas que primero habla y luego piensa en la enorme estupidez que dijo.

Aunque creo que decir eso está de más, porque seguramente ya se habían dado cuenta.

—Sonríe mientras te hablo —dijo Kian entre dientes de repente, logrando sacarme de mis pensamientos—. No importa que sea una sonrisa forzada. Haz como si estuviéramos hablando de un tema alegre.

No entendí el por qué de la orden, pero la obedecí.

Por suerte la sonrisa no me salió tan forzada como creí que saldría. Kian aumentó la suya.

—Hay alguien singuiéndonos —intenté girar la cabeza—. No lo hagas —volví al vista al frente de inmediato—, ya sabes que no eres buena disimulando.

Por mi sonrisa y la mueca que hize ante esa verdad mi cara debió parecer una pasa arrugada ante tantas emociones.

Kian soltó una pequeña risa.

—Camina más rápido, Lyn. Te llevaré de vuelta a la mansión.

Asentí débilmente.

—¿Quién nos sigue? —pregunté en un hilo de voz. Tenía miedo de que, quien nos estuviese siguiendo, fuera la persona que me envenenó.

—Un chico que no recuerdo haber visto antes. Es pelirrojo y...

Solté su mano y volteé con rapidez. Arlo dio un pequeño salto al verse descubierto.

Al parecer Kian tampoco se había dado cuenta de su presencia en la escuela, por eso no logró reconocerlo.

Corrí a abrazarlo ante la atónita mirada de Kian.

Me devolvió el abrazo.

•••

Perdón por no haber actualizado antes. Descubrí un enorme hueco en la trama y estuve casi un mes intentando solucionarlo de tal forma que no afectara nada de lo que ya había escrito. Por suerte ya todo está arreglado.

Engaños mortalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora