ᎾᏁᎬ shᎾҬs - I̸͟͞N̸͟͞C̸͟͞O̸͟͞R̸͟͞R̸͟͞E̸͟͞T Q̸͟͞U̸͟͞O̸͟͞T̸͟͞E̸͟͞S̸͟͞ - ᏢᎪᎳ ᏢᎪҬᏒᎾᏞ

5. ᎾᏁᎬ shᎾҬ: 💙🤍𝓢𝓮𝓻𝓪𝓼 𝓶𝓲𝓸~🌹👑🔥

La mansión estaba sumida en la penumbra, sus pasillos silenciosos como testigos mudos de un encuentro que cambiaría el destino de dos almas. Marshall Jones Spencer, ataviado en un vestido negro que se deslizaba hasta sus pies, se encontraba de espaldas a la pared, su respiración apenas perceptible. El escote palabra de honor dejaba al descubierto su cuello de porcelana, adornado con un collar de perlas que parecían lágrimas de la luna. Sus brazos, enfundados en guantes negros, eran suaves y delicados, como si la misma noche los hubiera tejido.

Un sombrero fascinator negro coronaba su cabeza, enmarcando su rostro levemente maquillado. Pero era su belleza natural la que deslumbraba, como si los dioses hubieran esculpido sus rasgos con la luz de las estrellas. Marshall no sabía que alguien lo buscaba, pero su corazón latía con una inquietud inexplicable.

Y entonces, como un suspiro en la brisa nocturna, apareció el intrigante Chase Karl Emmanuel. El príncipe de España, con su porte imponente y su mirada penetrante, estaba a sus pies. Los ojos de Chase recorrieron cada centímetro de Marshall, como si quisiera memorizarlo para siempre. El deseo ardía en su pecho, y el corazón de Chase latía al ritmo de un vals prohibido.

-Marshall -susurró Chase, acercándose lentamente-. ¿Sabes que eres la razón por la que la luna se alza cada noche? Tu belleza eclipsa incluso a las estrellas.

Marshall se puso nervioso, sintiendo el calor de la proximidad de Chase. No entendía por qué el príncipe era así solo con él. ¿Por qué lo miraba como si fuera el único tesoro en un mundo de sombras?

Chase, sin darle tiempo a responder, puso una mano en la pared, atrapando a Marshall en su hechizo. Su aliento rozó la piel de Marshall, y el corazón del joven dio un vuelco. Chase era un enigma, un misterio que lo atraía y lo asustaba al mismo tiempo.

-Marshall -murmuró Chase, su voz como un susurro de seda-. No lo sabes aún, pero vas a ser mi esposo. No importa cuánto corras, no importa cuánto te resistas. Mi corazón ya te pertenece.

Marshall se liberó con prisa, su rostro ardiendo de rubor. No estaba preparado para este juego de coronas y corazones. Pero mientras escapaba, sintió la mirada de Chase clavada en su espalda, desafiando a reyes y reinas, prometiendo un amor que trascendería las eras.

En la oscuridad de la mansión, Chase sonrió con una determinación feroz. Había encontrado a su príncipe, y no descansaría hasta hacerlo suyo. El destino había tejido sus hilos, y ahora solo quedaba bailar al ritmo de un amor que desafiaría todas las convenciones.