Prólogo

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Los fuertes latidos de su corazón no la dejaban escuchar. Veía jadeante a su al rededor, aterrada y desesperada en buscar alguna salida o ayuda de aquella selva. La oscura noche le impedía ver con claridad, solo la pequeña linterna la ayudaba a ver una parte, que al ser del tamaño de una pelota de fútbol, no servía para casi nada.

Su cuerpo quedó paralizado y quedó en silencio al escuchar nuevamente el canto de un silbido.

Incluso los animales dejaron de hacer algún ruido, escondiéndose en sus cuevas o nidos. Sus temblores aumentaron y fue retrocediendo al escuchar el silbido cada vez más lejos.

Eso solo significaba una cosa, aquel ser estaba cerca. Muy cerca.

Su espalda chocó con un árbol, estaba atenta a cualquier movimiento entre los arbustos frente a ella, cuando sintió una gota caer en su mejilla. Con mano temblorosa tocó aquel líquido y al alumbrar sus dedos, un frío recorrió su cuerpo y sintió ganas de llorar del pavor que sintió.

Era sangre.

Lentamente levantó la mirada, viendo entre las ramas de aquel árbol. Aquellos ojos rojizos la veían, y una sonrisa escalofriante y con dientes filosos apareció entre la oscuridad.

La periodista gritó aterrada cuando aquel ser saltó sobre ella, pero un disparo de escopeta tiró a la bestia contra el árbol y cayó en varias vueltas contra el suelo, quedando a los pies de la castaña.

_Tienes que irte - la voz tan hermosa y mágica le advirtió. De entre las sombras un bello ser de cabello blanco y largo hasta los tobillos, usando una especie de túnica blanca que parecía brillar, salía con pies descalzos. En sus manos sostenía un arco, no era una escopeta, pero su disparo se escuchaba como uno - ella te quiere, te va a perseguir. Debes irte de aquí.

La periodista asintió y comenzó a correr, pero un grito de enfado la hizo detenerse. Giró a sus espaldas, y aquel ser malvado se ponía de pie, gruñendo. Su piel verdoso y escamoso como hojas, fue cambiando a una piel humana. Su rostro, tan espeluznante, dientes filosos y ojos completamente negros que se enrojecian cuando ella quería, estaba desapareciendo, dando paso a un hermoso rostro femenino, labios rosados y carnosos, ojos color miel, cabello largo hasta los hombros, pelinegro, rebeldes. Daba un toque de sensualidad con cada jadeo y mirada intensa que le daba.

_¡Vete! - volvió a advertir el ser brillante.

_Jennie...- la bestia pronunció con voz suave, ya de pie. La capa negra tapaba parte de su torso desnudo, solo tenía una especie de pantalón hecho con piel de distintos animales - ven conmigo...no te haré daño.

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