Las Tres Amigas

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El sonido suave de la tetera resonaba en la cocina mientras los padres de Utena Hiiragi se preparaban para comenzar su día. El Sr. Hiiragi se ajustaba las gafas y echaba un vistazo al reloj de la pared.

—Muy bien, deberíamos irnos a nuestros deberes —dijo en un tono firme, típico de su actitud responsable.

—Tienes razón, cariño —respondió su esposa, dejando una taza de té sobre la mesa—. El trabajo ha estado de locos estos últimos días.

Utena se removió en su silla, inquieta, jugando con el borde de su uniforme escolar. Las palabras de sus padres parecían llegarle desde muy lejos.

—S-sí, tienen razón, ya debo irme a la escuela —musitó, aunque su mente estaba atrapada en recuerdos mucho más oscuros.

—De acuerdo, que les vaya bien —se despidió el Sr. Hiiragi—. Nos vemos más tarde para la cena.

Utena asintió mientras se dirigía hacia la puerta, sintiendo cómo la normalidad cotidiana de su familia contrastaba brutalmente con el caos que se agitaba dentro de ella. Todavía no podía sacarse de la cabeza lo ocurrido la noche anterior.

«No puedo creerlo...», pensó mientras caminaba hacia la escuela, con los hombros caídos y el corazón en conflicto. «Nunca había actuado de esa manera... ¿Qué me pasa? ¿Por qué me emocioné mientras lastimaba a las chicas mágicas? Siempre pensé que era una buena persona...»

La imagen de Tres Magia, las heroínas que tanto admiraba, apareciendo vulnerables y lastimadas ante ella, la atormentaba. Pero lo que más le preocupaba era la sensación extraña de satisfacción que había sentido mientras las hería. «¿Estoy volviéndome loca?»

Se llevó una mano a la frente, como si pudiera borrar esas imágenes de su mente. Había intentado convencerse de que todo había sido un mal sueño. Sin embargo, la carta que encontró aquella mañana, dejada por Kenzo, ese chico tan misterioso, era prueba de lo contrario.

Flashback

—Hola, Utena. Gracias por haberte unido a esta organización. Eres la primera en unirse. Bienvenida al club.

—Gospodar Tenebre.

P.D: Lamento haberte puesto un hechizo de sueño; no quería que te pusieras nerviosa. También abrí un portal hacia tu habitación y te dejé en tu cama.

Fin del flashback

«Debo admitir que la carta fue un buen gesto», pensó, algo inquieta, «pero eso no quita que esta situación sea terrible».

Al llegar a la escuela, intentó concentrarse en una de las pocas tareas que realmente disfrutaba: el cuidado del jardín. Con la regadera en mano, observó cómo el agua caía delicadamente sobre las plantas, refrescándolas en la suave brisa matutina. «Esto me relaja...», pensó mientras intentaba calmar su mente. «Pero sigo pensando en lo de ayer... no puedo creer lo que le hice a Tres Magia... y lo peor es que lo disfruté...»

Su momento de calma fue abruptamente interrumpido.

—¡Buenos días, mi querida Utena! —una voz conocida resonó detrás de ella.

Utena dio un salto, asustada. Giró rápidamente y allí estaba él: Kenzo Yamamoto, sonriendo con una mezcla de diversión y malevolencia.

—¡Ah! —exclamó, llevándose una mano al pecho—. ¡Es él!

—Veo que estás haciendo labores de jardinería —dijo Kenzo, con ese tono arrogante que comenzaba a resultarle insoportable—. «Debe ser porque te inscribiste por error en este tonto programa», pensó.

—Oye... Estoy muy sensible hoy —respondió Utena con una mezcla de nerviosismo y fatiga.

—¿Por qué? —Kenzo la miró con una sonrisa astuta—. ¿Por lo de ayer? Recuerdo que lo disfrutaste mucho.

Look Up to Magical Girls (Mi versión de Mahou Shoujo Ni Akogarete)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora