La carretera serpenteaba entre los árboles, y la lluvia había disminuido a un suave murmullo. El sonido del motor del auto era lo único que rompía el silencio tenso que se había instalado en el interior. Jack, Jackson y Hera compartían una atmósfera cargada de ansiedad, pero también de una extraña esperanza.
—¿Cuánto falta? —preguntó Hera, rompiendo el silencio. Su voz sonaba más fuerte de lo que se sentía, pero necesitaba mantener la calma.
—No mucho —respondió Jack, echando un vistazo al GPS—. Solo unos veinte minutos más.
Jackson miró por la ventana, observando cómo las sombras de los árboles se deslizaban rápidamente. —Espero que la cabaña esté en buen estado. No hemos estado allí en años.
—No te preocupes —dijo Jack—. Nuestros padres siempre se aseguran de que todo esté en orden. Es un lugar seguro.
Hera sintió un nudo en el estómago. La idea de estar en un lugar seguro era reconfortante, pero también sabía que no podían bajar la guardia. Don Varela no era un hombre que se detuviera ante nada para conseguir lo que quería.
Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, llegaron a la cabaña. Era un refugio acogedor, escondido entre los árboles, con una fachada de madera desgastada por el tiempo. Jack apagó el motor y los tres se quedaron en silencio, observando el lugar.
—Aquí es —dijo Jack, abriendo la puerta y saliendo del auto. La brisa fresca de la montaña les dio la bienvenida, y Hera sintió que su corazón latía con más fuerza.
Jackson salió detrás de ellos, mirando a su alrededor con desconfianza. —Vamos, entremos rápido. No quiero quedarme aquí más tiempo del necesario.
Hera asintió y siguió a los hermanos hacia la cabaña. Al entrar, el olor a madera y humedad la envolvió. Era un lugar familiar, lleno de recuerdos de su infancia, pero ahora se sentía diferente. La amenaza de su padre
Hera se quedó en la entrada de la cabaña, sintiendo cómo la ansiedad se apoderaba de ella. La calidez del lugar no podía ahogar el frío que sentía en su interior. Su mente estaba llena de pensamientos, y uno de ellos la atormentaba más que los demás: su hermano, Eros . Estaba de luna de miel, disfrutando de un momento que debería ser perfecto, y ella no podía evitar preguntarse si debía llamarlo.
—¿Qué pasa? —preguntó Jack, notando la expresión preocupada en el rostro de Hera.
—Es Eros ... —murmuró ella, sintiendo que la angustia la ahogaba—. Está de luna de miel. Quiero llamarlo, pero no quiero arruinar su felicidad.
Jackson frunció el ceño, comprendiendo la lucha interna de Hera. —Entiendo que te preocupe, pero si algo le pasa, ¿cómo te sentirías?
—No puedo hacerle eso —respondió Hera, su voz temblando
—. No quiero que se preocupe por mí en un momento tan especial.
—Pero también es tu hermano —dijo Jack, acercándose a ella—. Si hay una posibilidad de que tu padre lo encuentre, necesita saberlo.
Hera se pasó una mano por el cabello, sintiéndose atrapada entre dos mundos. Por un lado, quería proteger a su hermano y no arruinar su felicidad; por otro, sabía que la situación era peligrosa y que no podía ignorar el riesgo.
—¿Y si lo llamo y le digo que todo está bien? —sugirió, aunque sabía que no era del todo cierto.
—No sé si eso sea suficiente —respondió Jackson, su tono serio—. Necesitamos ser honestos. Hera sintió que las lágrimas amenazaban con brotar.
—No quiero que se preocupe. No quiero que sienta que tiene que dejar su luna de miel por mí.
—Pero si no lo haces, podrías ponerlo en peligro —dijo Jack, su voz suave
ESTÁS LEYENDO
doble Tentación (trilogía pecado #3) Nueva Versión
RomanceHera wolf conocida como la princesa de la mafia,fria, elegante y cerrada al amor. jack y Jackson black son lo que se considera demonios sexy los tres se ven obligados a convivir cuando Hera se encuentra en peligro El deseo y las gana se notan en...