La Lluvia de la Verdad

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Hera colgó el teléfono, sintiendo una mezcla de alivio y ansiedad. Sabía que Eros haría lo que fuera necesario para protegerla, pero también sabía que eso podría ponerlo en peligro. Miró a Jack y Jackson, quienes la observaban con preocupación.

—¿Qué dijo? —preguntó Jack, rompiendo el silencio.

—Viene en camino —respondió Hera, sintiendo que la angustia se apoderaba de ella nuevamente—. No puedo creer que haya decidido dejar su luna de miel por mí.

—Es tu hermano —dijo Jackson, cruzando los brazos—. Hará lo que sea necesario para asegurarse de que estés a salvo. Pero también debemos prepararnos. Si Don Varela está tras de ti, no podemos quedarnos aquí sentados.

Hera asintió, sintiendo que la realidad de la situación comenzaba a hundirse en su mente. No solo estaba en peligro, sino que su familia también se estaba viendo arrastrada a este conflicto.

—¿Qué vamos a hacer? —preguntó, su voz temblando.

—Primero, necesitamos asegurarnos de que la cabaña esté segura —dijo Jack, tomando la iniciativa—. Vamos a revisar las ventanas y las puertas. No podemos permitir que nos sorprendan.

Mientras Jack y Jackson se movían por la cabaña, Hera se quedó en la sala, sintiendo el peso de la incertidumbre. Miró por la ventana, observando cómo la lluvia caía con fuerza, como si el cielo también estuviera llorando por la situación en la que se encontraban.

De repente, un ruido sordo resonó en el exterior. Hera se sobresaltó y se giró hacia los chicos , quienes también se detuvieron en seco.

—¿Qué fue eso? —preguntó Jackson, su mirada fija en la puerta.

—No lo sé —respondió Hera, sintiendo que su corazón latía con fuerza—. Tal vez solo sea el viento.

Pero en el fondo, sabía que no era solo eso. La sensación de que algo estaba por suceder la invadió.

—Vamos a revisar —dijo Jack

Hera se quedó en silencio, sintiendo el peso de la decisión de Marco. Finalmente, se giró hacia Jack y dijo con firmeza:

—No, Jack. No podemos hacer esto. No puedo permitir que arriesguen su felicidad por mí. Eros y Jessi merecen disfrutar de su tiempo juntos sin que yo los arrastre a este lío.

—Hera, no se trata de eso —replicó Jack, su tono más serio—. Se trata de tu seguridad. No podemos ignorar el hecho de que estás en peligro.

—Lo sé, pero hay otras maneras de manejar esto. No quiero que se conviertan en un objetivo. No quiero que Eros   se sienta culpable por lo que le pase a alguien más por mi causa.

Jackson intervino, acercándose a ella. —Hera, tu hermano está decidido a protegerte. No puedes cambiar eso. Pero también tienes que entender que no estás sola en esto. Estamos contigo.

Hera sintió una mezcla de gratitud y frustración. Sabía que su hermano  la amaban, pero la idea de que su familia se viera arrastrada a este conflicto la aterraba.

—Está bien, pero si Eros  viene, debemos asegurarnos de que esté a salvo. No quiero que se exponga a ningún peligro.

Jack asintió, comprendiendo su preocupación. —Entonces, hagamos un plan

Hera respiró hondo, sintiendo que una idea arriesgada comenzaba a tomar forma en su mente. Miró a los  hermanos, que la observaban con atención, y dijo:

—Podríamos fingir mi muerte.

Jack y Jackson se miraron, sorprendidos por la propuesta.

—¿Qué? —preguntó Jack, frunciendo el ceño—. ¿Cómo se supone que vamos a hacer eso?

doble Tentación (trilogía pecado #3)  Nueva Versión Donde viven las historias. Descúbrelo ahora