𝑩𝑬𝑨𝑼𝑻𝒀 ® || ᴾᴼᴵˢᴼᴺ ᴬᴾᴾᴸᴱ ¹

"𝑩𝒍𝒂𝒏𝒄𝒂 𝒄𝒐𝒎𝒐 𝒍𝒂 𝒏𝒊𝒆𝒗𝒆"

Todos conocen su historia de una manera, todos han dicho su nombre de boca en boca, todos han visto su belleza y su corazón, han oído su voz, han admirado su bella sonrisa.

—¡Nieves! —han exclamado a gritos de euforia y alegría cuando la ven pasar.

—¡Larga vida a la princesa! —han repetido una y otra vez, sin cansancio al verla pasar.

Era sin duda la más bella, la más hermosa de todo el Reino como diría el mismo espejo.

Como bien cuenta su cuento, cabello negro cual azabache, ojos cafes hermosos como el verano, piel fresca y blanca... Blanca, como la nieve, pura y suave como el algodón.

Digna de su belleza por su noble corazón, aquel que la reina malvada quería quitarle, aquel que anhelaba con muchas ansias aplastar en sus manos y sonreír, mientras el espejo le decía que era la más hermosa. Sin embargo, eso nunca paso, Blancanieves vivio y vive y ella, esta en su castillo bajo tinieblas trabajando sin descansar hasta lograr  por fin, quitarle a esa chiquilla lo que ella quiere.

—Hay una solución. —le había dicho su más fiel lacayo, de quien no se conoce el nombre. — viajar.

—¿Viajar? ¡Falacias! —exclamó aquella perturbada reina mientras se quitaba las sanguijuelas de los dedos.

—Mi reina, viajar, en el tiempo. —aclaró aquel joven de piel pálida y ojeras pronunciadas. —puede vengarse de alguna forma.

Las palabras resonaron en la cabeza de dicha reina, que sonrió con curiosidad y malicia. Su fiel servidor, le extendía un libro, aquel que había dejado de lado hace mucho tiempo por culpa de su destierro. Las manos frías y recién tratadas en pequeños gusanos, tomaron aquel libro y abrieron la página que ya estaba marcada.

—Aquí dice, que tendré que hacer a otra más hermosa. —hablo su Alteza con desagrado. — ¡Yo no quiero eso! ¡Yo quiero ser la más hermosa!

Ante aquella objeción, los labios del joven de ojos negros se curvaron en una pequeña sonrisa.

—Majestad, no es prudente que una reina como usted, le haga competencia a una pequeña doncella. —explicó mientras ponía sus brazos detrás de la espalda. —eso no es digno de la realeza pura, es mejor darle el trabajo sucio a otra persona.

Si bien sabia que su reina podria caer con eso, también sabia que podía no funcionar, al final, él había intentado deshacerse del príncipe y todo había sido nada más que un simple y entero fracaso.

—¡Pero que dices manzana ingrata! —la reina cerro el libro y le dio una mirada de desaprobación. — ¡si ni tu mismo, siendo mi creación lograste hacer un patético trabajo!

Tomó su capa y le dio la espalda al joven, camino hacia su acolchado trono de colores rojizos y tras dejarse caer en el, pensó un momento. Sabía que a pesar de haber fallado, la manzana tenía razón, era astuto y no decía las cosas por que si, siempre tenía una razón.

—Aunque, quizás sea porque no eres directamente de mi entera sangre. Solo eres una podrida manzana. —recapacito aquella mujer mientras sus uñas golpeaban una y otra vez la madera de su trono.

—Es más que correcto mi reina.

—Tal vez, sea hora de prestar mi divina sangre para algo bueno.

•••

—"Blanca como la nieve, azul como la noche, pura como el rocio, rojos como la manzana, finos como el terciopelo, oscuros como mi alma, suave como el algodón, delicada como la flor y mala, como lo soy yo".