Entonces fue, el mejor y peor día de mi vida.
¿Por qué te conocí?
¿Fue una casualidad? No, creo que los lazos del destino nos unieron haciéndonos uno en ese momento.
Nuestras miradas se cruzaron en aquel café y antes de tomar otro sorbo solo me quedaste viendo para luego acercarte y saludarme.
- ¿Cómo te llamas?
- Abigail.
No sabía cómo reaccionar, mi pecho al hablarte se apretaba; como si te conociera de antes y te extrañaba de algún lado. Imposible, si no te conocía de ninguna parte.
- Yo me llamo Gian. Un gusto. – me extendiste la mano para saludar de manera más formal.
Te saludé, luego te sentaste en la silla de mi costado sin si quiera preguntar si estaba vacía, pero gracias por hacerlo, porque era justo lo que quería Gian. Compañía.
Al salir de aquel café me diste tu número, diciendo que te hable. No de una manera humilde o casual, ni si quiera pedir por favor.
Tenías una actitud muy arrogante, que después me daría cuenta de que era parte de tu humor.
- Bueno, puedes llamarme cuando gustes. Ten mi número, te espero.
Esas fueron tus palabras sin esperar mi respuesta, como si estuvieras seguro de que te llamaría.
Dudé, pero al final lo hice. Supongo que era por el sentimiento de soledad que tuve en aquella hora.
Me comentaste que a penas estabas yendo a tu casa luego de haber estado en la academia donde estudiabas fotografía. Te comenté que a mí me gustaba aquello y quedamos en una tarde en salir a caminar con tu cámara profesional y la mía de aficionada.
No sabía quién eras Gian.
¿Por qué acepté salir con un desconocido? ¿Por qué llamé a un desconocido?
No lo sé, pero algo en ti me llamaba.
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No era feliz, tú tampoco
RomanceAbigail era una chica tranquila, pero infeliz. Pasaba por un cuadro de depresión y buscaba lo peor para ella, pero encontró alguien que la hará feliz. Aunque parece que no para siempre.