Prólogo

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Corría lo más rápido que podía.

Su respiración era agitada.

Se sentía débil pero no podía parar, no cuándo su vida dependía de eso.

Siguió corriendo, su abultado vientre lo hacía más difícil pero ella no se rendiría fácilmente, lucharía hasta su último aliento. Pronto la alcanzarían, tenía que esconderse, no sería tan difícil, después de todo era de noche, o eso era lo que esperaba, ya que la luna llena brillaba en todo su esplendor iluminando mucho del bosque en el que estaba.

Un hermoso bosque en un día de otoño que había empezado bien, nunca se imaginó que terminaría así de mal.

Siguió corriendo, buscando cualquier lugar en el que pudiera esconderse y ponerse a salvo de esas horribles bestias, de esos asquerosos monstruos... esos monstruos llamados... Humanos. A lo lejos finalmente pudo ver un arbusto, que a diferencia de los demás, éste no estaba seco, podría fácilmente esconderse entre su ramas y hojas. Aumentó un poco la velocidad, la espalda le dolía como nunca, su vientre no estaba mejor, sólo rogaba que su bebé estuviera bien, por que si no, ésos Humanos se arrepentirían, de éso estaba segura. Entre jadeos y gemidos de dolor llegó al arbusto, no perdió ni un sólo segundo, se hizo espacio entre las ramas, tenía muchas espinas que se clavaron en sus brazos y rostro, pero no hizo ningun ruido, ellos estaban cerca, muy cerca, tanto que pudo escuchar sus pasos, sus voces, el sonido de los rifles al ser cargados y todos esos peligrosos utensilios que traían con ellos.

—¡Sigan buscando! ¡No pudo haber llegado muy lejos!

Cubrió su boca con la palma de su mano para evitar cualquier sonido involuntario.

—¡Hay que dividirnos! —dijo otro de los
Humanos.

—Me parece bien. ¡Busquenla hasta por debajo de las piedras!

—¡Vamos! ¡Esa perra debe morir hoy!

Pudo escuchar como algunos de ellos se alejaban, pero no le tranquilizó ya qué los demás se dirigían hacia el lugar en donde ella se escondía. Trató de no hacer ningún movimiento cuando la luz de las antorchas que traían en manos alumbró el lugar, uno de ellos se acercó aún más a el arbusto, nada se escuchó por varios segundos hasta que finalmente el silencio fue interrumpido por el sonido del cierre de un pantalón, seguido de un suspiro de satisfacción, para después escuchar como chorros de orina caían entre las ramas del arbusto. Tan asqueroso y repugnante, aún así suspiró de alivio cuando el hombre se alejó, y todos siguieron adelante, alejándose de ella. Sintió alivio al ya no escuchar nada más que los sonidos de la noche, salió despacio, los raspones ardieron pero eso era lo que menos le importaba en ese momento.

Empezó a correr hacia el lado contrario lo mas rápido que su cuerpo le permitía, todo iba bien, parecía que finalmente estaría a salvo, hasta que cerca de un pequeño barranco tropezó, haciendo que equilibrarse le fuera imposible gracias a su gran vientre, sus pies resbalaron con las hojas secas de los árboles, provocando que callera en el barranco, rodó golpeándose fuertemente contra todo lo que se atravesaba en su camino, hasta que al final del pequeño barranco, con un golpe seco en su espalda al chocar contra el tronco de un gran árbol, se detuvo.

Gimió de dolor antes de perder el conocimiento.

[...]

Abrió los ojos lentamente, parpadeo varias veces, no reconocía el lugar. Poco a poco los recuerdos llegaron a su mente, hubiera preferido no recordar. Despacio se reincorporó, recargandose en el tronco del árbol que tenía detrás. Su espalda aún dolía, en esos momentos agradecía no ser una Humana, cualquier Humano ya estaría muerto, pero ella estaba viva y estaba segura de que su bebé también, tenía dolor pero sabia que su bebé estaba bien.
Estaba a salvo pero aún así tenía que alejarse lo más que podía de ése lugar.
Colocó una de sus manos en el tronco para así impulsarse y poder levantarse, pero al hacer fuerza, su brazo se enterró en éste. Sacó su brazo, era un árbol muy viejo, decidió mejor levantarse por sí sola, aún si sufriría al hacerlo. Ya de pie miró confundida a el hueco del árbol, era grande, pero eso no era lo raro, lo raro era que algo dentro brillaba, con mucho esfuerzo y dolor logró ponerse de cuclillas para acercarse y ver mejor, parecía una piedra, una muy extraña, metió una de sus manos para tomarlo. Lo sacó, era hermoso, brillaba con la luz de la luna, era una gema, pero no una gema normal, éste era grande, tenía forma de un corazón y era de un color negro, extraño y hermoso a la vez. Sabía que algo como eso entre los Humanos valdría mucho dinero, dinero con el cual podría vivir sin ningun problema con su bebé, aunque la idea de volver con los Humanos no le agradara mucho. Estar escondida, sobreviviendo con miedo, no era una opción para ella, pero era lo único que podía hacer.

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