CAPÍTULO 1

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Sonó la alarma y yo, simplemente no podía mantener los ojos abiertos. La noche anterior había sido caótica. La cabeza me daba vueltas y el estómago dolía. Me sentía descompuesta. Mi cuerpo me estaba castigando por haberlo sometido de esa manera. Apagué la alarma y corrí hacia el baño. Fue inevitable no vomitar. Ayer había bebido demasiado, hasta para mí era demasiado. Y no había probado un bocado de comida en todo el día... o sí, no lo sabía... Mis recuerdos eran fragmentos e iban llegando en intervalos. Cuando salí del baño, ví que alguien estaba acostado en mi cama. Era una historia que se repetía siempre. Me odiaba por haber metido a un hombre desconocido a mi habitación de hotel, me odiaba por haber bebido. Poco a poco, los recuerdos fueron regresando a mi mente, con un poco más de claridad. Me senté en el borde la cama y masajeé mis sienes. El dolor de cabeza era insoportable.

Resulta, que hace unos días, mi jefa de la Sede de la Interpol en Londres, me había transferido a las oficinas de Unidad de Análisis Conductual del FBI, en Quantico, Virginia. Requerían a un agente para un caso importante y ella me consideró a mí. Y lo entendía, mi vida personal era un asco pero en mi vida profesional era la mejor y la admiración de muchos. Había luchado y sacrificado mucho por llegar al lugar en el cual estaba. Hoy me uniría al equipo de la UAC y, hoy, volvería a ver a mi padre después de mucho tiempo. Y ese, había sido el motivo de mi inconsciencia de anoche. No quería verlo, no quería sentir la misma presión en el pecho cada vez que lo veía. No quería sentir que todo lo que había logrado, era gracias a él. Y mi mejor forma de calmar esos sentimientos, era destruir otro poco lo que quedaba de miserable vida.

-Hey, tú. Como te llames. Tienes que irte -tomé la ropa del piso y se la tiré sobre la cama

-Hola -musitó entre las mantas - regresa a la cama y dame una buena despedida, ¿cómo te llamas?

-Vete, ¿te llamo un taxi, dulce princesa? -exclamé mientras me dirigía a la valija para buscar ropa y poder ducharme - para cuando salga, no quiero verte en mi habitación... ¡Estás advertido!

Él solo me miró desconcertado. Seguramente era el típico hombre que no estaba acostumbrado a esos tratos. Pero su virilidad de macho alfa, no era asunto mío. Había sido una buena noche, era atractivo y bueno en la cama. Pero era todo lo que necesitaba de él. Yo era una mujer casada con mi trabajo y mis problemas. No quería ni necesitaba un hombre, amor... ni nada de eso. Sacudí la cabeza para despejar esos pensamientos absurdos de mi mente adolorida y me duché. Para cuando salí, él ya no estaba. Así que me cambié, desayuné algo, o casi nada en realidad porque mi estómago aún daba vueltas, y salí rumbo a la oficina.

Cuando llegué a la UAC, fui a la oficina del Jefe de Unidad para reportarme... la oficina de mi papá, en realidad. Tenía que hacerlo, aunque no quisiera. Debía ser profesional. Toqué la puerta y esperé a que me diera la orden de pasar, autorización que no tardó en darme

-Hola, Hotch -sonreí por compromiso, dando unos pasos hacia el interior de la oficina- vine a reportarme. Aterricé anoche y, era tarde para mandarte un mensaje. Llegué bien. Estoy en un hotel. Como sea, solo vine a reportarme

-¡Emma! Es bueno verte -exclamó desde su lugar, dejando de lado unos papeles - no me digas Hotch. Soy tu papá y estamos solos -se paró y se acercó a mí -te ves fatal, ¿estás bien? Te extrañé mucho

-Está bien así, sabes que no quiero que sepan que soy tu hija -suspiré porque siempre era la misma discusión - lo hemos hablado mucho y si acepté a venir, fue con la condición de que eso se respetara. ¿Quieres mi ayuda? te la daré, pero soy Emma Grant y tú eres el Agente Aaron Hotchner, mi jefe hasta que el caso termine. Luego, volveré a Londres y todo seguirá igual entre nosotros

EMMA: Unidad de Análisis Conductual del FBI Donde viven las historias. Descúbrelo ahora