CAPÍTULO 8

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Salí del hospital temblando. No podía respirar. Hacía mucho no me sucedía eso. Y no me gustaba para nada. La verdad es que no tenía ganas de ir a casa ni mucho menos ir a casa de Spencer. Solo necesitaba calmar la tormenta que tenía en mí interior. Fui a un bar e hice lo que mejor sabía hacer. Bebí algo y elegí a un hombre disponible. Pero algo se sentía distinto. No sentía la necesidad de querer hacerlo. Incluso me sentía culpable por lo que estaba haciendo. Pero no quería parar. Iba a hacerlo. Debía quitar a Spencer de mí vida.

Nos fuimos al hotel, pero todo se seguía sintiendo distinto. Traté de imaginarme a Spencer, pero eso me hizo sentir peor. Y simplemente no pude. Le pedí que se fuera. Cuando me quedé sola en la habitación, solo quería llorar.

Sabía que debía enfrentar a papá. Había prometido ir a verlo. Y quizás, hablar con él me ayudaría a entender lo que me pasaba. El camino a casa fue caótico. Mí mente dolía de tanto pensar. Trataba de concentrarme en otra cosa, ser fuerte, superarlo. Como siempre lo hacía, pero simplemente no podía. Algo en mí no me permitía apagar ese sentimiento que me quemaba el pecho.

Entré a casa y papá estaba recostado en el sillón. Intenté pasar sin hacer ruido, pero fue en vano.

-Tardaste -rompió el silencio acomodándose - Reid, ¿cómo está?

-Bien... Supongo. La Dr Kimura dijo que se pondrá bien -me quedé parada en la puerta, no podía o no quería avanzar

-¿Estás bien, Emma? -me miró serio

- -susurré entre dientes

-Ven -me hizo seña para que me siente en el sillón

-¿Crees que podemos hablar ahora?
-Por supuesto

-¿Crees que soy una mala persona? - sentí un nudo en la garganta

-No, no lo creo

-No sé qué sucede conmigo. Mí vida es un desastre - parpadee muchas veces para contener las lágrimas

Días atrás, creía imposible imaginar que algo como esto sucediera. Hablar con mí papá. Y de lo que sentía, era algo inimaginable. Pero hoy sentía que debía hablar. Lo necesitaba. Y creo que él sería bueno escuchando. Después de tantos años, necesitaba a mí papá...

-No es un desastre, Emma. Pero no estás bien. Te aislas. No confías en nadie. No me permites estar en tú vida -exclamó sin mirarme

-Lo intento. Pero es lo que mejor me sale hacer. Siempre estuve sola. Y no puedo permitirme recibir ayuda

-Pero no estás sola. No desde que te conocí. Tienes un papá, una familia. Tienes amigos, el equipo te quiere y se preocupa por ti. Emily se preocupa por tí

-¿Estás decepcionado de mí?

-No. No podría y no tengo motivos para estarlo. Pero sé que no es lo que quieres escuchar. Sé que te castigas. Sé que no confiaras en lo que yo pueda decirte, porque no confías ni en mí ni en nadie, Emma. Y eso, eso no está bien

Algo de lo que decía, hacía que mí corazón se estrujara un poco más. Tenía razón, por supuesto que la tenía. Yo siempre quería que me digan lo que yo quería escuchar... que sí era un fracaso, que sí era un desastre y que no merecía nada de lo bueno que la vida podría llegar a ofrecerme.

-En la UAC, se brinda terapia. Lo sabes. Creo, que deberías intentarlo, Emma -me miró y tomó mí mano - es un hecho de que ni yo ni nadie puede ayudarte. Tienes que hacerlo sola. Tienes que sanar. De lo contrario, nunca estarás bien -me abrió los brazos y no dudé un segundo en refugiarme en sus brazos.

EMMA: Unidad de Análisis Conductual del FBI Donde viven las historias. Descúbrelo ahora