Sombras del Pasado

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El sol comenzaba a descender sobre el horizonte, tiñendo el cielo con tonos anaranjados y dorados. Ares se encontraba en su despacho, un imponente salón de piedra iluminado por antorchas parpadeantes. Las sombras danzaban en las paredes, recordándole momentos de su pasado que prefería mantener enterrados. Sin embargo, esa noche no podía evitar que esos recuerdos emergieran.

Mientras revisaba los informes de sus exploradores, un viejo pergamino llamó su atención. Era un mensaje cifrado, un método de comunicación utilizado por los antiguos aliados de su padre dragón. Ares deslizó el pergamino por sus garras, descifrando el código con facilidad. El mensaje hablaba de un grupo de insurgentes que se movían en las fronteras del norte, liderados por un antiguo enemigo de su familia.

Las memorias de su juventud, de los días cuando aún no había ascendido al trono, lo golpearon como una ola fría. Recordó la noche en que su aldea fue atacada por esos mismos insurgentes, cómo perdió a su madre y cómo, en medio de la masacre, su lado dragón se despertó por primera vez, salvándolo de una muerte segura pero condenándolo a una vida de lucha y soledad.

En su mente, Ares revivía la escena: el cielo nocturno iluminado por las llamas, los gritos de su pueblo, y la figura imponente de su madre luchando valientemente hasta su último aliento. Su transformación en un híbrido mitad lobo, mitad dragón, fue un despertar violento y doloroso, pero necesario para sobrevivir.

Sacudido por las sombras del pasado, Ares salió de su despacho en dirección a la Torre del Consejo. El aire nocturno era frío y fresco, y el canto de los lobos resonaba a lo lejos, un recordatorio constante de su legado licantrópico. Su paso firme y decidido reflejaba la urgencia de la situación.

Al llegar a la torre, encontró a su consejero más confiable, Thalir, un viejo lobo gris de mirada sabia. Thalir había sido el mentor de Ares desde que era un joven príncipe, enseñándole tanto el arte de la guerra como el de la política. Su experiencia y sabiduría eran invaluables.

—Majestad —saludó Thalir, inclinando ligeramente la cabeza—. ¿Qué os preocupa esta noche?

Ares le entregó el pergamino sin decir una palabra. Thalir lo leyó rápidamente, su expresión se endureció al comprender la gravedad de la situación.

—Así que han regresado —murmuró Thalir—. Los Hijos de la Tormenta nunca abandonaron su odio hacia nuestra familia.

Ares asintió, sus ojos de fuego brillando con determinación.

—No podemos permitir que las sombras del pasado destruyan nuestro futuro —dijo Ares con voz firme—. Debemos adelantarnos a sus movimientos y erradicarlos antes de que puedan causar más daño.

Thalir asintió, entendiendo la urgencia. Juntos, comenzaron a trazar un plan para enfrentarse a los insurgentes, utilizando tanto la fuerza bruta del ejército de Lycanthia como la inteligencia estratégica que Ares había desarrollado a lo largo de los años. El plan incluía emboscadas, espionaje y alianzas con clanes vecinos.

Mientras discutían, los recuerdos seguían fluyendo en la mente de Ares. Recordó a su madre, su risa y su fuerza, y la promesa que le había hecho en su lecho de muerte: que protegería a su pueblo y llevaría su linaje a la gloria. Esa promesa le daba fuerza y claridad en momentos de duda.

La noche avanzaba, y las antorchas en la Torre del Consejo brillaban con más intensidad, reflejando el fervor en los ojos de Ares. Las sombras del pasado podían acecharlo, pero no lo controlarían. Con cada decisión, cada estrategia, Ares se acercaba más a asegurar un futuro brillante para su reino y para él mismo.

El encuentro con Thalir se extendió hasta bien entrada la noche, ambos líderes discutieron tácticas y movilizaron tropas. Se enviaron mensajeros a los aliados más cercanos, y se fortificaron las defensas en las fronteras del norte. Ares se aseguró de que todos estuvieran preparados para el conflicto inminente.

Antes de retirarse a sus aposentos, Ares se detuvo en el balcón de la torre, mirando hacia el bosque iluminado por la luz de la luna. Sus pensamientos se dirigieron a Isolde, la misteriosa mujer que había conocido recientemente. Aunque su relación apenas comenzaba, sentía una conexión profunda con ella. Quizás ella sería la clave para equilibrar su alma atormentada y guiarlo hacia un futuro más luminoso.

Con ese pensamiento, Ares volvió a su despacho, determinado a enfrentar las sombras del pasado con la fuerza y el coraje que definían su liderazgo. La batalla estaba por comenzar, y él estaba listo para enfrentarse a cualquier desafío, sabiendo que su reino y su legado dependían de ello.

ENIGMA DE LUNAWhere stories live. Discover now