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Nos quedamos el tiempo suficiente como para que la fiesta llegue a su momento álgido. Natalia no vuelve y deja plantada a la chica de Galera. Aroa y Paul se enzarzan en una conversación con otro grupo de cerebritos que no paran de hablar de las solicitudes para la universidad.

Para mi sorpresa, Juanjo consigue llamar la atención de Martin: se sientan en la mesa de la cocina y charlan entresusurros y risas, tan ajenos a todo lo que los rodea que Juanjo ni se mueve cuando alguien le derrama cerveza encima. Si le huele el aliento a ajo, a Martin no parece importarle en absoluto.

—Tu plan ha sido de lo más diabólico —le digo a Chiara cuando me la encuentro en el pasillo.

Ella se encoge de hombros.

—Puedo ser bastante malvada cuando me lo propongo.

—Y yo que pensaba que no eras capaz de controlar tus poderes...

—Ja, ja.

—Bueno, ya hemos acabado con un monstruo esta noche. ¿Dónde está el otro?

Chiara examina los alrededores en busca de Violeta.

—Ni idea. Me espero el ataque en cualquier momento.

—A lo mejor le ha dado igual que hayas venido y esta demasiado ocupada haciendo de anfitriona...

—Te aseguro que no le ha dado igual. Seguro que está tramando algo con sus esbirros del fútbol.

—Querrás decir sus «esbirras».

—«Esbirres», si acaso.

Me encojo de hombros y me bebo de un trago la cerveza que tengo en la mano. Ahora que no hay ni rastro de Natalia, me siento mucho más relajada.

—Lo que tú digas. En cualquier caso, creo que estás un poco paranoica.

Le doy un empujoncito con el hombro. La piel me hormiguea, pero ignoro la sensación.

—Y tú arrogante. No conoces a Violeta como la conozco yo.

Por desgracia, resulta que Chiara tiene razón. Al cabo de unos minutos, la música se apaga y vuelve a reinar el silencio en la fiesta. Violeta Hodár, sus preciosos bucles pelirrojos y sus avispados ojos marrones se suben a una silla. Su novio la ayuda, aunque no lo necesita. Él tiene pinta de pomposo y aburrido.

—¡Holiiii! —dice Violeta con su tono falso habitual—. Muchas gracias a todos por haber venido esta noche, sobre todo a los que habéis tenido que conducir desde Galera.—Hace una pausa—. Al resto, solo quiero pediros que me votéis como Deportista del Año.

—No me jodas. —Chiara masculla entre dientes.

—Hablando de ese título... —La expresión de Violeta se vuelve maliciosa—. Sé que esta noche hay aquí al menos unacandidata más: Chiara Oliver, la lesbiana recién salida del armario.

Un montón de cabezas se giran a mirarnos y se oye un goteo de risitas nerviosas por toda la habitación. La mayoría no se atreve a desafiar la posición social de Chiara, pero sin duda no tienen ningún problema con que lo haga otra chica popular. Se ve avidez en sus rostros. Los trillizos de Cleveland se han puesto de puntillas para ver mejor.

Chiara se pone tensa y se inclina un poquitín hacia mí. Su codo roza el mío. Yo me apoyo sobre ella por completo sin pensarlo.

—Me encanta cuando alguien descubre algo tan crucial de sí mismo —continúa Violeta—. En los tiempos que corren, es super importante celebrar la diversidad. Pero también creo que la verdad debería ser auténtica, y me preocupa un poco que Chiara Oliver no lo sea en absoluto.

She drives me crazy- RuskiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora