Capitulo especial: David y Betany

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David ya no era un jovensito.

Se miraba al espejo y se esforzaba por encontrar en el aquello que había hecho que Bet se enamorara en primer lugar.

Se ejercitaba y aún se veía bastante bien, se esforzaba y parecía más joven de lo que era, pero Betany seguía luciendo muy joven y fresca, ahora más que nunca se notaba la diferencia de edad que tenían y David, tan devastadoramente sincero como era, se lo dijo a su esposa inmediatamente.

Estaban en su habitación. El sin camisa, pues acababa de salir de la ducha, el cabello mojado dejaba caer gotas sobre sus hombros, los músculos y las cicatrices estaban libremente expuestas. No se sentía inseguro de el y de alguna forma tampoco desconfiaba de Bet, pero tenía una inquietud y debía sacarla.

Ella estaba abrazándolo por la espalda, besando el lugar al que tenía acceso, aferrada a el en un abrazo cariñoso.

—¿Crees que algún día te dejé de gustar?— preguntó David.

—¿De que hablas?— ella se alarmó de inmediato

—No soy inseguro, no desconfío de ti, pero estoy inquieto.— le confeso el, encarandola— ahora se nota mucho más que eres más joven. Temo no ser lo que necesitas para siempre.

Su problema era con sus canas. Su rostro y cabello estaban llenos de pelitos blancos que no le desagradaban, pero que si marcaban una diferencia. Se veía más maduro que ella.

Claro que ella, tan emocional que era no podía entender que era lo que andaba mal. Miraba a su esposo y sentía mariposas en el estómago, en la cama no tenía ninguna queja, pues el no había perdido para nada su resistencia y la forma en que la complacía seguía siendo de otro mundo, le encantaba, la hacia sentir agitada todo el tiempo, tenia mas canas, pero era algo que para ella le daba un sexapil extra. La etapa del enamoramiento había pasado hacia mucho tiempo, pero ella seguía profundamente enamorada de él, ella había decidido amarlo.

—¿Algo va mal?— dijo tratando de controlar sus emociones— ¿Te he demostrado que ya no me gustas?

David nego con la cabeza. Ella pasó sus manos por las cicatrices de su pecho mirando fijamente esos ojos azules que la enamoraban. No tenía ojos para nadie más.

—Prometi un para siempre— dijo entonces— prometi una vida de apoyo y amor. No voy a ser la que termine eso simplemente porque te ves mayor, que por cierto no tengo ninguna queja con tus canas— sacó su lado juguetón para subir el humor de su esposo— sigues siendo devastadoramente sexy

David soltó una risa ronca. Aferrándose a las palabras de ella. Se dejo manosear indiscretamente sin entender como en primer lugar se había sentido raro. Ella seguía manteniendo la respiración cada vez que lo tocaba. Ella seguía besandolo con añoranza. Ella lo acariciaba y nunca le ponía un pero cuando se trataba de estar juntos.

—Te voy a desear toda la vida— dijo ella besando suavemente el pecho de su esposo— siempre vas a ser mi punto débil.

David se aferro a la cintura de ella y la atrajo hasta su cuerpo para besarla. Era cierto que ya no eran unos jovensitos, pero había una pasión imparable entre ellos, una añoranza de estar juntos irremediable.

Bet también había tenido su momento de dudas. Después de tener a los gemelos tardo un tiempo en recuperar su peso natural y David se encargo cada día de decirle cuanto le encantaba.

Habían decidido no tener más niños el mismo día que los gemelos cumplieron 3 años. No esperaban que fueran gemelos y definitivamente tampoco esperaban que ella tuviera un parto tan complejo. Por eso David se sometió a la cirugía para no tener más bebés y desde entonces mantenían una vida sexual activa y divertida. Como habían sido siempre.

David la tomo de la barbilla y ejercio presión sobre ella, sometiendola como tanto le gustaba. Ella se dejo ser hasta caer acostada en la cama y un segundo después tener a su esposo sobre ella. Llevándola al límite con sus besos, llenándola de expectación y volviendola a esos viejos tiempos donde todo era pasión, donde literalmente no podían estar en la misma habitación sin demostrarse cuanto se deseaban.

Betany acaricio el cuerpo de David. Quería hacerlo sentir especial, quería hacerle entender que nada la iba a separar de él jamás. Quería que él supiera que ella seguía siendo completamente suya.

—David— Betany lo llamo conforme los besos de el se encaminaban hacia su cuello— No vuelvas a pensar ni por un segundo, que deje de amarte.

—Ya no hay dudas, Bet

Ambos sonrieron y se vieron envueltos en unas ganas de estar juntos erráticas. El corazón le retumbaba a mil por hora. David no se cansaba de tener a Betany, todos los días la deseaba, todos los días sentía que era la primera vez. No podía creer que ella fuera su esposa y que lo amara tantísimo.

David se encargo de hacer que Betany estuviera al borde de la locura a base de besos, sentía como la necesidad palpitaba en su cuerpo. Betany cada vez estaba más tensa, se aferraba al cuerpo de su esposo con desden. Descendió con su mano hasta meter la mano en su ropa y empezar a acariciar la punta de su sexo, obteniendo gemidos de parte de David que la hacían enloquecer.

—Te amo todo el tiempo— dijo ella.

David soltó un gemido en sus labios, impaciente. Betany sabía que quería hacerlo sentir bien en ese momento de vulnerabilidad, así que como lo hizo el con ella se enfoco en darle placer.

Lo obligó a acostarse sobre la cama y se subió encima de él. Beso su pecho susurrando palabras de amor con cada uno. Al llegar a su sexo se encargo de masturbarlo y chuparlo hasta que lo vio casi colapsar y entonces se puso de pie y se deshizo de su ropa.

Claro que David no era de los que preferían ver a su mujer tomar el control, así que cuando ella volvió a horcajadas sobre el se hundió en su intimidad y empezó a tomarla a un ritmo constante.

Betany puso las manos en su cabeza jugando con su cabello y moviendo sus caderas en círculos, otorgándole a su esposo la más placentera de las visiones. Lo estimulaba muchísimo verla así, le encantaba estar dentro de su calor. No se cansaba nunca de ella.

La jalo del cuello y jutaron sus miradas. La obligó a dejar la cadera quieta y se hundió en su interior a un ritmo devastador.

Ella gemia fuerte, arrugaba el entrecejo y lo miraba fijamente mordiéndose los labios. David le sostuvo la mirada fascinado con la combinación de factores que estaba experimentando.

—Te amo, te amo, Bet— gimió el.

Ella lloriqueo al borde del abismo. Se aferraron el uno al otro fuerte. Bet fue la primera en dejarse tomar por el orgasmo, empezó a brincar sobre David buscando llegar hasta el límite de sensaciones y esto provocó que el propio David no resistiera mucho más y terminará con un gruñido ruidoso y un beso despiadado.

Y un segundo después, sus respiraciones agitadas empezaron a escucharse, se rindieron sobre la cama y se abrazaron hasta que se tranquilizaron.

—¿Como podrías dejarme de gustar?— dijo Bet en un susurro

David sonrió con ganas, besando la cabeza de ella.

—Te amo nena...

—Te amo más...

Y así, confirmaron una vez más que eran el uno para el otro y que se amaban sin importar cuanto tiempo pasara.

Matt Wastel (+18) [4]✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora