CAPÍTULO 23

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__Debajo del puente__◇

-¡Mi niña!-Volteo mi cabeza a un lado y atisbo a mi abuelo en la entrada de la comisaría con el ceño ligeramente fruncido y una mirada llena de alivio

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-¡Mi niña!-Volteo mi cabeza a un lado y atisbo a mi abuelo en la entrada de la comisaría con el ceño ligeramente fruncido y una mirada llena de alivio.

Me levanto de la banca y corro a abrazarlo y enterrar mi cara en su pecho, lo abrazo con toda mi fuerza posible temiendo no volver a verlo, él me rodea con sus cálidos y cariñosos brazos, inhalo profundamente su aroma para recordarlo siempre y nunca olvidarlo. Me separo un poco y siento mis mejillas húmedas, sorprendida acerco mis dedos en una de ella confirmando el agua salada que las cubre. Alzo la mirada encontrándome con los ojos de mi abuelo. Acuna mi rostro entre sus manos y me da un beso en la frente.

-Temí que algo malo les pasara-musita con voz débil.

-Te extrañé-con tono roto le digo-, a ti y a Xóchitl. Los extrañé mucho.

Sonríe con los labios cerrados.

-Ya estás con nosotros, olvidaremos esto y seremos felices, mi pequeña.

Sonrío con nostalgia. De pronto mis hermanos y Harrison se acercan a nosotros, ya que estaban en otra banca; mi abuelo me suelta y los abraza a todos, luego le da un abrazo a cada uno con mucho afecto y cariño. Sonrío limpiando las lágrimas que aún escapan de mis ojos. Para muchos solo somos la familia perfecta, famosa y con vidas felices y sencillas, para nosotros es una vida como toda otra, con dolores, sufrimientos, problemas, pero... Pero qué aún así tratamos por esta unidos entre nosotros, sin dejar que nada ni nadie borre nuestro lazo que tanto nos ha costado mantener; ese lazo que muchos han querido cortar, incluso yo misma con mi dolor aún presente de lo que me quitaron.

Fueron tantas las veces que les grité, que escapé de casa, que me metí a discotecas a bailar y a beber hasta perder la consciencia; por suerte Jenser siempre me seguía sin que me diera cuenta, y me cuidaba de que nadie me hiciera daño, aún yo haciéndome daño a mi misma. Me enojaba cuando interferían en lo que hacía y pasaba días e incluso semanas sin hablarle a cada uno solo por mi rabia de sentir que era unas cotillas en mi vida. Por ese motivo él solo se quedaba en un rincón escondido pendiente de mí y de mis estupideces.

Siento unos delgado y delicados brazos rodearme desde atrás, me doy la vuelta y veo a Xóchitl con su cabeza pegada a mi, le devuelvo el gesto con la misma fuerza. Ella se separa de mí y seca sus lágrimas dedicándome una sonrisa. Tomo sus manos entre las mías.

-Hice oraciones por ti y tus hermanos, para que estuvieran bien. También por tus amigos.-Su voz delicada y dulce es como una canción perfecta digna de ser escuchada, es como esas personas que tan solo al hablar cambian tus estos de animo a uno lleno de tranquilidad. Algo que quisieras escuchar todos los días.

-Muchas gracias. Pero mira, estamos bien. Estamos en casa.

-Y eso es lo bueno.

Los hombres se acercan a nosotros-incluyendo a Allen y a Vidal, quienes aún esperan a sus familias- en unidad y con unas sonrisas en sus rostros.

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