Arlecchino | 20

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Sus niños

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Sus niños

        Había crecido en una cómoda familia, sus padres siempre le cuidaron cuando lo necesitó, siendo estos perfectos cuando se trataba de ella, tan amorosos y comprensivos, amables y llenos de virtudes, que podían haber sido los padres más perfectos que alguna vez hubieran existido en Fontaine, la tierra de la Justicia; también, sus perfectas hermanas mayores y sus dos adorables hermanos menores que le acompañaron desde su tierna infancia, haciendo de ella una memorable etapa de su vida.

         Había tenido una vida perfecta.

         Quizá, por ese motivo, cuando ________ encontraba la desgracia en un niño huérfano de la ciudad, siempre trataba de evitarlo a como diese lugar, ignorando las súplicas que regaban deseos detrás de ese vestido elegante y rostro de princesa.

         —¿Por qué no detenerse? —preguntaba siempre su madre cuando le contaba su día a día.

         —¿Por qué debería hacerlo? —respondía la dama.

          Comprometida con un gran e importante hombre de la Corte de Fontaine, al parecer no había mucho de lo que preocuparse, y lo cierto era que la idea no estaba errada. Sus padres también eran importantes empresarios, el dinero les sobraba, y por ello cada hijo de la familia habíase posicionando en alto estatus una vez crecieron tanto como ella, regando así su apellido por todo Teyvat, sin olvidar que había sido la primera mujer en toda Fontaine en conseguir un puesto en la corte que usualmente se les daba a los hombres.

         —Su exelencia Furina, no se encuentra en este momento, su agenda está llena. Lo lamento, la única manera de encontrarla es realizando una cita; tengo una disponible para el siguiente año —dijo en alguna ocasión a la extraña mujer de cabellos blancos y negros, la que se presentó en la corte pidiendo ver a la chica de hebras azules.

         Bueno, ser la agenda viviente de la señorita Furina, tal vez no era exactamente el puesto más importante dentro del Palacio Mermonia, y quizá no era tan exitosa como todos sus hermanos fuera de la ciudad, sin embargo, era un logro, sobre todo porque el magnífico hombre de traje azul le había conocido dentro de esas paredes... O al menos, aquel era el sueño de cualquiera en Fontaine.

         —Entiendo, estoy dispuesta a esperar. Puede agendar la cita a nombre de Arlecchino, diplomático de los Fatui, administradora de la Casa de la Hoguera, un orfanato en Snezhnaya. —Dio sus datos sin intentar perder más de su valioso tiempo.

         No obstante, apenas escribió la información, ________ colocó un asqueado rostro en frente de la dama, porque una vez más, era consciente del problema de los huérfanos.
Siendo el caso, ¿para qué necesitaba esa "Arlecchino", una cita con la magnífica Furina? ¿Acaso iba a molestarla con tal problema?

         —Me temo que la cita acaba de ocuparse, no tengo otra hasta dentro de 5 años —rechazó apenas pensó en el futuro, provocando que la mujer frente a ella bajara las cejas, aunque su semblante como tal no cambió.

         A la dama le pareció un juego de niños, así que solo dio la media vuelta, y abandonó el palacio sin decir otra palabra y sin previo aviso de sus futuras acciones. Sin embargo, cuando ________ despertó al siguiente día, no era su casa en donde se encontraba, mucho menos el Palacio de Mermonia, de hecho, no era nada parecido a lo que conocía y el frío infernal no tardó en dejarle adoloridos los huesos tras tanto titiriteo.

         —Padre te trajo, desconozco el motivo, pero aquí tienes un poco de comida y chocolate caliente, te ayudará a que no te congeles. —No estuvo sola en ningún momento, de pronto un niño de cabellos rubios y ojo azul le ofreció la muestra de cortesía.

         —¿Yo... N-no entiendo? —apenas dijo atarantada.

         Pero no tuvo segundos para procesar, tampoco para tomarse aquel chocolate caliente que el muchacho le ofreció, porque sin previos aviso, la habitación se llenó de niños de diferentes edades, llegando incluso adolescentes a rodearle. Todos parecían muy emocionados, preguntaban muchas cosas, sobre todo por su aspecto de niña privilegiada, y entonces se dio cuenta de los hechos.

         —A los niños les encantan las visitas, sobre todo cuando vienen de muy lejos. Bienvenida a la Casa de la Hoguera, ________.

         —¡Padre!

          Prefería no saber, a saber con exactitud las intenciones de La Sota; entender o no entender, si era realmente comprendida por ella. Sin embargo, tuvo mucho tiempo para seguirle los pasos después de aquello, y lo que pensaba que nunca se haría realidad, se materializó frente a sus ojos.

          —Mirarlos a los ojos, saber que no podía hacer nada por ellos cuando mi vida había sido tan fácil, ¿cómo podía mirarlos a la cara después todo? ¿No era yo una presumida?; me alegra que los niños sean tan felices en este lugar sin importar de donde vengan.

         Enviar comida, enviar vestimenta, enviar detalles básicos... Tal vez no era tan fuerte como para hacerlo en persona, tal vez aquellos niños siempre le veían el vestido caro y luego la ayuda venía con otro rostro... Aprendió, junto a la dama de los enigmáticos orbes oscuros, que la armonía en la vida de cada individuo no se valoraba conforme al dinero o al estatus, y se mantuvo a su lado para aprender.

          —Nuestros niños, ________, pueden crecer más de lo que pensamos, ser incluso más grandes que nosotros. Confío en que lo harán.

         Los amaban. Eran, pues, sus niños.

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⏰ Última actualización: Jul 14 ⏰

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