El calor del tercer día de celo de Sergio era un poco menos intenso que los dos días anteriores. Max no lo había pasado tan cansado por años, añadiendo que él estaba acostumbrado a tomar celos de omegas pero no tan intensos.
Pero ahora era diferente, no entendía de donde Sergio agarraba tanta energía y fuerza para mantenerse en pie luego de varias rondas.
El tercer día despertó con una sensación resbaladiza y húmeda en la entrepierna, creyó que se trataba de una erección matutina como era lo normal, sin embargo jamás esperó ver a Sergio con su polla en la boca, lamiéndola con devoción y devorándola hasta el fondo. Max gimió y sostuvo su cabello en sus manos.
—Espera, Sergio... —jadea. Pero este no se detiene, al contrario aumenta la intensidad cuando comienza a masturbar la parte que su boca no alcanzaba—... Demonios... Creí que habías quedado satisfecho en la madrugada, a-ah... —la garganta de Sergio se contrae alrededor de su miembro y él suelta un grave gemido.
No sabe hace cuando está en esa posición, y no entiende como no se despertó desde el primer momento. Sergio solía despertarse en medio de la noche o madrugada pidiendo ser follado, como cualquier otro omega en celo, Max por supuesto que no se lo negaba, y el aroma tan dulce terminaba por eliminar todo el sueño y cansancio que tenía para ir a la carga y complacerlo. Pero esta mañana simplemente no había dado a vasto, estaba muy cansado.
—Quiero más, lo necesito tanto... —comenta delirante, mientras vuelve a echarse la erección de Max a la boca.
Sergio había despertado con un calor intenso, y quería despertar a Max, pero dada las circunstancias se compadeció de su alfa, sabía que debía estar muy agotado por las rondas de la madrugada. Su omega se sentía tan a gusto con su alfa, su dulce aroma y sabor que simplemente no podía controlarse y terminaba por tener toda una ronda completa sin descanso.
La idea al inicio no era despertarlo y seguir en lo que estaba, sin embargo, Sergio podía sentir los espasmos y temblores en el cuerpo de Max cuando dio una fuerte succión, lo que le provocó que despertara casi cuando estaba a punto de llegar al orgasmo.
—Sergio... Oh, Dios, uhm... Lo haces tan bien. —halagó, sosteniéndolo del cabello mientras este succionaba con fuerza.
Sergio necesitaba su semilla para estar feliz y satisfecho, su omega lo quería, y él también. Esos tres días había sido llenado por el semen del alfa pero no había tenido la oportunidad de probarlo, de saborearlo con su lengua y tragarlo, aunque eso implicara dejarlo sin fuerzas y rendido.
La respiración de Max era pesada mientras jadeaba gravemente, Sergio sabe que está por correrse, por lo que sonríe travieso y lleva una de sus manos a sus bolas para masajearlas suavemente, lamiendo la punta de su polla con lentitud, y chupando mientras deja caer un hilo de saliva sobre ella.
Max no lo soporta mucho y finalmente su orgasmo estalla en la boca de Sergio, corriéndose con intensidad cuando su semen sale a chorros y soltando un grave gemido de placer retenido en su garganta. El omega jadea de felicidad y no lo deja de masturbar mientras traga cada gota en su boca. Su omega brinca de felicidad mientras siento el sabor de su alfa en su paladar.
—Tan espeso y dulce... —Sergio lleva su pulgar a la comisura de sus labios y limpia el rastro de semen que quedó en ella, luego chupa de su dedo.
—Maldición Sergio, vas a matarme. —la respiración del alfa aún está agitada, pero esta vez puede pensar con claridad y despejar sus pensamientos. —Eres tan insaciable en el celo... Ahora me queda claro por qué dicen que a cierta edad son así de intensos...
Sergio ríe y se reincorpora de la cama, sentándose en su regazo completamente desnudo. Lo único que lo cubría era una camisa abierta de botones.
—¿Aún tienes algo para este insaciable omega? —menciona coqueto sobre sus labios, meciéndose sobre su regazo.
ESTÁS LEYENDO
don't fall in love with Max Verstappen ; chestappen
FanfictionDel odio al sexo hay un solo paso... ¿O como era? Sergio Pérez ha logrado convertirse en uno de los mejores doctores de todo Londres, a pesar de las ambiguas creencias que su difunto padre le había inculcado al ser un simple y débil omega. Sin embar...