𝐈... 𝐋𝐎𝐕𝐄 𝐘𝐎𝐔 || ᵇᵉⁿʳⁱᵘˢ

Prólogo║𝗦𝗼𝗹𝗼 𝘂𝗻 𝘀𝘂𝗲𝗻̃𝗼

║Solo un sueño

—¿Qué?

Darius quedó inerte al ver que ya no se encontraba en el campamento, tan solo recordaba haber dormido en el sofá de su refugió y al abrir los ojos, estaba en la selva.

Aterrorizado, camino unos pasos atrás, siendo sus zapatos contra el césped el único sonido audible en la zona. Hasta que sus pies tropezaron con un tronco detrás suyo.

—¡Kenji, Brooklyn! — gritaba los nombres de sus amigos usando sus manos como una especie de megáfono —. ¡Sammy, Yaz! — su voz comenzaba a quebrarse, seguía repitiendo sus nombres una y otra y otra vez. Nada, nadie respondía.

Trataba de mantener su respiración en calma. Su sexto sentido se mantenía alerta ante cualquier mínimo ruido que se produjera en su ambiente.
Lentamente se levantó y siguió su andar de espaldas caminando de forma lenta.
El bosque era aún más aterrador ante la oscuridad de la noche siendo la luna su única luz.

—Kenji, Brooklyn... — murmuraba, todo su ser temblaba al sentirse una presa siendo rodeada por su depredador.

Sus nulos intentos de calmar su nerviosismo se esfumaron al sentir su espalda chocar contra la corteza de un árbol. Sus piernas perdieron la fuerza que les quedaba y se encuclilló en el suelo, usando el árbol como respaldó.

Sin esperar más de sí, abrazo sus rodillas y oculta su rostro en ellas, permitiéndose llorar y soltar aquellas lágrimas que espero soltar durante tanto tiempo, aquellas que quedaron atrapadas y aquellas que no se permitía derramar.
Sus amigos ahora no se encontraban para verlo derrumbarse. Por ellos era fuerte, por ellos no se permitía ser negativo, por ellos era que aún seguía vivo. Y sabía, que si ellos notaban su preocupación y su negatividad, ellos perderían toda esperanza de volver a casa, a su hogar.

—¿Por qué?... Soy un desastre. Si no lo hubiera soltado... Ben seguiría vivo.

Ben. Aún recordaba ese día.

Cuando él le miraba, suplicando que no lo soltara, que no lo abandonara. No podía, no quería soltarlo. Y en vez de eso, lo dejó caer. Ben suplicaba, con horror, que no lo dejara caer, que no soltara su mano. Sin embargo, la vida tenía otros planes.
Su mirada inerte en su mano, la misma que agarraba la de Ben en aquel momento, un vacío enebro de la mano que no pudo sostenerlo, sin nada.

La culpa en su corazón creció.

Lágrima tras lágrimas, una tras otra eran liberadas sin frenó, hasta que ellas mismas quisieran parar.

Aún qué... La vida siempre tiene otros planes.

El ruido de una rama al ser pisada, fué lo suficiente para callar su llanto y ponerlo en alerta, preparándose con el mismo tronco de antes por si algún dinosaurio hacía presencia.
Limpió las pocas lágrimas que aun humedecían sus mejillas, esperando a la llegada del invitado no deseado.

Pero... Jamás creyó lo qué vió.

Entre los árboles más pequeños, aquella figura tan familiar para él, aquella con la que tanto soño, era él.