30. Despedida

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Últimamente las cosas estaban algo suaves

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Últimamente las cosas estaban algo suaves. Él, estaba suave. Cuando caminaban la ruta que compartían antes de separarse al volver a casa, sus brazos rozaban de tanto en tanto y Hinata no sabía si se estaba imaginando que el ritmo se ralentizaba adrede y el camino se estiraba unos minutos extra. ¿Está pasando? ¿Es real?

Hinata llevaba guardándose sus sentimientos en el cajón por casi dos años y medio. Esa noche era la última noche. Kageyama se iba a ir. Él también se iría pronto, a un continente diferente, quién sabe cuántos miles de kilómetros de distancia. Por eso lo estaba intentando, por eso estaba dejando salir eso que llevaba tanto tiempo guardado. A veces, era necesario tener conversaciones incómodas.

—Necesito saber que esto no acabará aquí. —Lo enfrentó determinado, cara a cara, aunque ambos estuvieran recostados.

—Entonces sigue avanzando hasta que estemos en el mismo escenario. —Del otro lado de la cama, la misma cama, porque qué flojera sacar el futón que estaba completamente intacto en la otra habitación, Kageyama le respondió con un aire casual.

—No es eso a lo que me refiero. —Porque había más, había algo único, algo de ellos que se había ido forjando en esos últimos años.

Era difícil de explicar, pero estaba en los roces de sus caminatas, en la suavidad de los estiramientos en conjunto, la encimada de sus ropas cuando estaban almorzando. ¿Por qué siempre tan pegados? ¿Por qué se sentía tan vacío al imaginarse lejos?

—¿Qué más quieres? —Se escuchó como una queja, de hecho.

Hinata parpadeó, lo enfrentó y frunció un poco el ceño intentando interpretar esa pregunta.

—No quiero quedarme atrás.

—Ya te dije, sigue avanzando hasta que...

Pero lo interrumpió con la frase que mataría sus aires casuales.

No quiero que tú me dejes atrás.

Kageyama también parpadeó y luego alzó una ceja con su expresión de "¿es en serio, Hinata idiota?" porque sí era en serio. Una bola de fuego comenzaba a expandirse en su pecho y no podía dejar de expresar ese ardor. Había mucho, demasiado. No quiero que le acaricies el cabello de esa forma a nadie más, no quiero que camines de esa forma con nadie más, no quiero que compartas la cama así con nadie más y la lista seguía y seguía.

—¿Qué intentas decir? —preguntó Kageyama luego de unos segundos de vacilación. Le sopló en la cara. Cuando se echó hacia atrás, Hinata descubrió que en algún momento se le estuvo acercando más de la cuenta, casi empujándolo de la cama.

—No quiero que tú me dejes atrás —repitió, con decisión, sin retroceder. Lo arrinconó, lo dejó sin salida al borde del colchón o del abismo. Ardiendo, acumulando la llamarada hasta que pudiera vociferarla como si fuera un grito de dragón.

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⏰ Última actualización: Jul 03 ⏰

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Por uno más | Kisspril [KageHina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora