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Christian

Diciembre de 2021. Banbury. Casa de la familia Wolff Horner

La temporada por si sola había sido un éxito total para nuestra escudería, Max con su primer campeonato de pilotos en la bolsa, un mágico segundo lugar en el campeonato de constructores y mis pilotos en lo más alto en la lista de popularidad en el mundo. Relativamente nos había ido muy bien en el ámbito laboral.

Muchas veces el amor lo encuentras donde menos te lo esperas. Y eso es lo que paso con mis chicos. Siempre supe de lo impresionado que quedo Max al conocer por primera vez a Pérez. Ese día no paro de hablar de él y no solo lo hizo como el gran piloto que este era sino como aquella luz, sin embargo, al poco tiempo de conocerlo, se dio cuenta esa luz jamás iba a estar destinada para él.

Siempre lo quiso como compañero de equipo alegando que era lo mejor, y por más que quería complacer a mi cachorro, las cosas nunca se acomodaban para lograr aquello. Cuando le di la noticia de que Sergio sería su compañero, por otra persona supe que fue feliz con aquella noticia, festejo a más no poder. Pero después de reconsiderarlo la emoción poco a poco comenzó a decaer.

Mi león había estado herido emocionalmente, la huella que dejo Jos parecía irreparable, había destruido casi por completo su espíritu, su psicóloga me dijo que Max pensaba que nadie nunca lo iba a querer, pues nadie se iba a enamorar de un fracasado, de un inútil bueno para nada. Y la persona que estuviera con él, lo haría solo por conveniencia o fama si algún día la tenía. Jos a un después de muerte me lo seguía destruyendo.

Por ello dejar entrar a otra persona a su vida era casi imposible. Kelly había sido la única novia que me había presentado, pero este experimento solo duró unos meses, ella lo terminó alegando que era una de las personas más frías que había conocido.

Mi león había levantado una muralla qué sabía era muy difícil de derribar. Pero esta muralla poco a poco se vendría abajo con la llegada de cierto mexicano.

Desde el día uno que los presente oficialmente como compañeros, sentí una extraña conexión entre estos dos. Desde ese momento habían comenzado algo, desde vivir grandes momentos en la pista, pasar de la risa al enojo, pero también a la preocupación que sentían el uno por el otro, sin darse cuenta se cuidaban el uno con el otro, dentro y fuera de la pista.

*Los ojos jamás mienten, si eres feliz brillan, si estas triste se apagan, si están enojado se enturbian, si estas enamorado se iluminan porque los ojos son el espejo del alma.

Y con la llegada del mexicano a su vida, los ojos de mi hijo inusualmente siempre estaban brillando, cuando el tapatío estaba cerca. Sin duda alguna Pérez se convirtió en sol que mi cachorro necesitaba para calmar el tremendo huracán que este era. Y para Sergio Max era la tempestad que tanto había buscado en mundo tan soso en el que viva, y lo digo en el buen sentido.

Checo nunca le fue indiferente, muchas veces lo descubrí viéndolo con una añoranza, como si fuera la única cosa que vale la pena mirar. Pero cuando me di cuenta de que en verdad sentía algo por Emilian fue cuando este tuvo su accidente en Silverstone. Lo descubrí contemplado y acariciando a mi hijo. Cuando le hablaron sobre el problema de salud que tenía su papá, muy a su pesar se despegó de Max. Lo seguí a cortada distancia cuando entró apresuradamente a su habitación a despedirse, hablando con el cómo se estuviera despierto, pero lo que más me llamo la atención fue el "te amo" que este le dijo y el pequeño beso que le robo. Confirmando finalmente mis sospechas sobre este par, se amaban de eso no había duda.

A partir de ahí, se empezó a sentir una especie de tensión en el garaje, pero esta vez de una manera diferente pues podrías encontrar a mis Bulls siempre juntos, entrenando, almorzando, compartiendo opiniones o simplemente perdidos el uno con el otro. Ellos se encontraban total y absolutamente enamorados uno del otro, pero eran lo suficientemente orgullos para admitirlo.

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