Simplemente ella...

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¿Por qué era ella?

Era algo completamente diferente a lo que Victoria había vivido en toda su vida, algo que simplemente no se podía explicar con simples palabras.

Los ojos de ella...

Por qué la volvían loca? Con tan solo mirar aquellos ojos color miel era suficiente pera que en su cuerpo recorriera una cierta electricidad la cual se apoderaba de sus gestos, emociones, sonrisas y sentimientos.

Algo inexplicable qué la hacía dar mil vueltas, sus sonrisas... Wow.

Algo hermoso, la dulzura de la nena simpleme es la más perfecta. Siempre la ve ahí, sonriendo, dibujando o escribiendo.

Sus gustos son perfectos, tardes de música clásica, libretas llenas de poemas, tazas de café y lo que nunca puede faltar, aquel perfecto aroma a frutilla.

Ese aroma, podía volver loco a cualquiera en un segundo, olvidarlo sería dificil. Podía ser la mejor tortura para un ser humano, Mariela parecía un sueño, uno del cual Victoria no quería despertar.

Sus ojos, sus sonrisas, su cabello, sus perfectos labios color cereza, el sabor de estos era el mayor gusto de Victoria.

Había besado a diferentes chicas, altas, bajas, morenas, piel clara, puertorriqueñas o de diferentes países pero ninguno se comparaba con los besos de Mariela.

Una mezcla de ternura pero el deseo con el que está la veía era exquisito.

Victoria se hacía una pregunta

Si algún día perdía a Mariela, ¿sería difícil olvidarla?...

Una parte de su cabeza le decís que era obvio, no se podían olvidar tan fácilmente unos ojos así, por otra parte su conciencia le decía que no tendría porque olvidarla ya qué estarían juntas hasta que las dos murieran pero el último rincón de su cabeza la contradecía.

Esta diminuta parte le gritaba qué Mariela aunque no lo reconociera sería en parte facil de olvidar.

Deseaba ser cantante así que esa minúscula parte le gritaba qué podría concentrarse en su carrera y dejar de lado a Mariela.

¿Por qué?...

No quizo prestar atención a tan solo pensamientos

Como muchas noches lo había dicho, Mariela es la perfecta droga con la que cualquiera se podría enviciar...

blue eyes - Young MikoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora