Alejate de Mí Demonio - Bingqiu (Sistema de Autosalvación del Villano Escoria)

Capítulo 5

Xiao Jiu caminaba por las calles oscuras y estrechas, sus pies descalzos salpicando en los charcos de agua estancada y mugre que cubrían los adoquines irregulares. El hedor a excrementos humanos y animales impregnaba el aire, tan espeso que casi podía saborearlo en su lengua. Se aferraba a su piel, a su ropa andrajosa, un recordatorio constante de la sórdida miseria que era su vida.

A su alrededor, las paredes de los edificios parecían inclinarse hacia adentro, como si quisieran aplastarlo. Estaban manchadas de hollín y moho, la pintura descascarada y el yeso desmoronado revelaban la decadencia que acechaba bajo la superficie.

Su mente se sentía agobiada. ¿Acaso todo lo que había vivido estos ultimos días era alguna clase de infierno personal?

Debió haberlo imaginado, estaba viviendo la vida que nunca esperó vivir, y ahora estaba en una de las peores epocas de su vida.

¿Era acaso Luo Binghe el encargado de hacerlo sufrir en este momento? ¿Era una especie de verdugo por todos esos años de maltrato?

Sabía que lo merecía pero no podía evitar sentir ira de volver por donde vino, la inmortalidad nunca pudo ser suya, y ahora tenía que vagar diariamente en el lugar donde mataría por no regresar.

Xiao Jiu se estremeció mientras caminaba, el frío de la noche se filtraba a través de sus delgadas ropas y se hundía en sus huesos. Sus pies estaban entumecidos, la piel agrietada y sangrienta por las innumerables horas de deambular por estas calles inmundas. Cada paso era una agonía, pero seguía adelante, impulsado por la implacable necesidad de sobrevivir.

A medida que se adentraba en los callejones oscuros, los sonidos de la miseria humana lo rodeaban. El llanto de los niños hambrientos, los gemidos de los enfermos y moribundos, las maldiciones y peleas de los borrachos y desesperados.

Y en medio de todo esto, sus pensamientos seguían volviendo a Yue Qi... no, Yue Qingyuan. El niño que había sido su único amigo, su única fuente de consuelo en este infierno. El hombre en el que se había convertido, el cultivador poderoso y venerado que lo había dejado atrás sin siquiera una mirada hacia atrás.

La traición ardía en la garganta de Xiao Jiu, tan amarga que casi lo ahogaba. ¿Cuántas veces había soñado con el regreso de Yue Qi? ¿Cuántas noches había pasado acurrucado en la oscuridad, aferrándose a la esperanza de que su amigo vendría a salvarlo, a llevarlo lejos de este purgatorio de sufrimiento y desesperación?

Pero Yue Qi nunca vino. Se convirtió en Yue Qingyuan, y en el proceso, se olvidó de Xiao Jiu, dejándolo pudriéndose en las sombras mientras él se elevaba hacia la grandeza y la gloria eterna.

¿Era este el verdadero castigo, entonces? ¿Estar condenado a revivir este abandono, esta traición, una y otra vez por toda la eternidad? La idea era casi suficiente para quebrar a Xiao Jiu, para drenar la última gota de voluntad de su alma cansada.

Pero incluso en medio de su desesperación, incluso cuando la oscuridad amenazaba con consumirlo por completo... una pequeña parte de él se aferraba a la ira.

Shen Jiu se encontraba de pie en medio de los restos humeantes de la mansión Qiu, su rostro manchado de hollín y su ropa empapada de sangre. A su alrededor, los cuerpos de los sirvientes y miembros de la familia yacían sin vida, un testimonio de la violenta masacre que acababa de llevar a cabo. El olor a muerte y cenizas impregnaba el aire, un hedor nauseabundo que se aferraba a su piel y se filtraba en sus pulmones con cada respiración entrecortada.

Mientras contemplaba la destrucción que había desatado, una sensación de entumecimiento se apoderó de él. Era como si estuviera observando la escena desde fuera de su cuerpo, desconectado de la realidad de sus acciones. Pero bajo ese entumecimiento, podía sentir una oscura satisfacción, un retorcido sentido de justicia al saber que finalmente había hecho pagar a sus torturadores.