Capítulo 3: Música

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Desde la perspectiva de Carl.

El día después de mi primera cacería fue interesante, recibí comentarios desagradables y disculpas por igual. Detrás de todo este acoso y miradas de odio, hay una historia. Nací aquí en el refugio un 15 de marzo; mis padres trabajaban en el refugio, más específicamente en la cocina. Mi padre era cocinero y mi madre era lavaplatos, claro que mi padre solía ser cazador, pero se retiró después de su segunda cacería para tener una familia con mi madre. A mis siete años ocurrió el incidente de seguridad número 12; la entidad B8790 logró pasar la seguridad y se coló en el sistema de ventilación, asesinando una por una a múltiples personas incluyendo a mis padres. Eventualmente pudieron acabar con la amenaza entre varios cazadores y guardias, pero eso no evitó que murieran un total de 71 personas en menos de 32 horas.

Luego del incidente el señor Benavídez me acogió como su protegido hasta que cumpliera 18 años; estuve en varios trabajos desde que cumplí 14, ya que así lo dicen las normas del refugio, pasé por la cocina, los campos de cultivo, la cría y cuidado de los animales, etc. En todos ellos fracasé, no destaqué en ninguno y además accidentalmente arruiné parte de las reservas de comida e hice que una de las gallinas muriera de estrés. Pasaron los años y no me querían en ningún trabajo, ni siquiera los de limpieza querían lidiar conmigo porque habían escuchado que arruino todo lo que toco o algo así, igual me dediqué a limpiar por un tiempo para servir de algo, el refugio es muy grande. 

A pesar de que no me iba muy bien con mis labores en el refugio, encontré una especie de lugar feliz en la música. A mis 10 años el señor Benavídez me regaló un ukelele, unos audífonos de cable y un reproductor mp4 con una SD con muchas canciones; desde entonces aprendí a tocar el ukelele y otros instrumentos que iba consiguiendo con los años. Este gusto por la música me ayudó a soportar el rechazo generalizado de los otros refugiados, los cuales sentían que fuera injusto que "El Viejo" se esmerara tanto en protegerme, a pesar de haber echado fríamente a otros por menos. Cabe aclarar que nunca echó a nadie menor de edad, pero ser expulsado suele ser sinónimo de morir, por lo que es entendible que lo vean como una ejecución.

Sostuve mi trabajo como limpiador hasta mis 17, ya que mientras limpiaba en una de las salas en las que estaba uno de los generadores de energía, unas personas que me querían sabotear para que me echaran, me empujaron, lo que ocasionó que me tropezara con mi balde con agua y jabón; el balde se derramó en el generador y causó un apagón en el 25% del refugio. Aunque en un principio les funcionó, las cámaras de seguridad revelaron su sabotaje y esta gente terminó expulsada, pero no todos, solo los tres que aparecieron en el video. Dos de estos acosadores quedaron impunes por falta de evidencia, por lo que por seguridad decidí mejor dejar el trabajo. Nuevamente me quedé sin nada que hacer y con riesgo de ser echado en menos de un año.

Parte del desprecio que recibo es injustificado, pero otra buena parte me lo gané a pulso, por lo que no soy una víctima. Tampoco me gusta ser considerado una víctima. Eventualmente tuve una conversación bastante seria con el señor Benavídez, en la que me pidió por favor que encontrara un trabajo antes de cumplir 18, me dijo que intentó ayudarme facilitándome el acceso a prácticamente todos los trabajos en el refugio, pero que por lo visto no pude encajar en ninguno; sin embargo me dijo que todavía quedaba uno, pero que no quería que lo ejerciera. La cacería era mi última oportunidad, no obstante ningún equipo de cazadores quería aceptarme, más que todo porque no les gustan los novatos y no querían cargar con uno; ellos no me tenían tanto desprecio, solo no querían llevarme a morir. Lo demás es historia.

Los cazadores son bastante respetados, ya que muy pocos serían capaces de si quiera estar cerca de una entidad. Son un montón de tipos con armas y uno que otro problema mental, que van cada semana en equipos de a diez o más, a pelear con un horror antibalas, con la esperanza de ganar y ver otro día; al convertirme oficialmente en un cazador, el respeto de los demás hacia mí mejoró bastante por primera vez en años.

Máscara sonrienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora