Capítulo 4: Huesos

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Desde la perspectiva del enmascarado.

Luego de evitar que Carl viniera conmigo, me preparé mentalmente para enfrentar una de las entidades que más me aterrorizaron desde de que comencé en esto de ser cazador. La entidad B3457 medía más o menos dos metros, era delgada, con brazos más largos que sus piernas y era en extremo violenta, mucho más que las dos anteriores que había cazado esa misma semana, no le importaba en lo absoluto su propia integridad física, solo le importaba causar la mayor cantidad de daño y dolor posibles. Estaba ubicada a menos de una hora a pie del refugio, tenía tendencias nómadas, por lo que ya me la había encontrado dos veces en dos lugares diferentes; necesitaba acabar con ella antes de que llegara a las instalaciones.

Al estar cerca, calenté un poco, yo era más fuerte de lo que era la última vez que nos enfrentamos, pero la entidad también lo era. No había terminado de calentar cuando un enorme hueso en forma de lanza pasó al costado derecho de mi rostro, luego esquivé otros dos que iban directamente a mi cabeza; la entidad tenía un límite de tres huesos para lanzar, luego de eso tenía que esperar unos minutos para volver a disparar, era mi momento para atacar. Me impulsé a toda velocidad hacia el monstruo y empecé a golpearlo a toda velocidad directamente en su tráquea, no debía dejarlo recuperarse, trató de atraparme con sus largos brazos, pero logré evitarlo agachándome y ya en el suelo aproveché para taclearlo en las rodillas y derribarlo. Intenté romperle las piernas para inmovilizarlo, pero logró darme un golpe en un ángulo imposible, se había dislocado un brazo a propósito para poder lograrlo, dicho impacto me dejó bastante mal, por lo que retrocedí. Un golpe suyo valía diez de los míos, no podía volver a dejarlo herirme demasiado, no salía a cuentas. La entidad se levantó del suelo y volvió a poner el brazo en su sitio, me miró y pude ver un pequeño gesto de burla en su rostro, me preparé para volver a atacar, pero la entidad tenía otros planes. Esta vez me centré en atacar sus piernas, le di múltiples patadas directamente en sus rodillas mientras evitaba sus brazos que se agitaban a alta velocidad, mis zapatos estaban completamente deshechos por la fuerza de los impactos. Luego, de la nada, un afilado hueso brotó de su abdomen y pude esquivarlo a medias porque se clavó en mi hombro derecho, seguido de otro que disparó de su hombro izquierdo, pude esquivarlo apenas, pero logró cortarme en su trayecto, retrocedí por precaución del inminente tercer hueso. La entidad sacó una lanza ósea de su boca, la tomó como arma y me apuntó con ella, adopté mi postura de combate y avancé lentamente hacia ella, quien también empezó a avanzar hacia mí.

—¿Por qué estás tan callado? No eras así la última vez que nos encontramos.

—...

—Qué grosero.

Era la segunda, quizás tercera vez, que una entidad me hablaba, pero no iba a perder mi tiempo contestándole, solo estaba tratando de provocarme. La entidad saltó sobre mí y trató de empalarme con su arma, logré evitarlo de milagro, contraataqué con un gancho derecho, pero de la nada otro hueso muy afilado salió de su rostro y me atravesó el puño, era una trampa, su recarga se había reducido; rápidamente lo rompí y liberé mi mano, sabía que el próximo movimiento sería el final para alguno de los dos. Mi mano no dejaba de sangrar, mis piernas me temblaban y estaba sudando un montón; por otro lado, la entidad solo se reía, se reía mucho, sus carcajadas eran ruidosas y aterradoras. Ambos nos preparamos para el último impacto, la entidad puso su lanza apuntando hacia mí, nos impulsamos a la vez y finalmente, ambos caímos al suelo.

Me levanté con la lanza de hueso incrustada en mi abdomen, decidí no retirarla para no desangrarme, mi brazo derecho estaba fracturado por el golpe y la entidad estaba en el suelo con el cuello roto, muerta. Fue tan rápido que no supe lo que pasó hasta después de recuperarme del shock, para acabar con la entidad puse mi brazo derecho en forma de gancho a mi costado y avancé a toda velocidad apuntando a su cuello. Saqué mi cuchillo e hice lo de costumbre.

Máscara sonrienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora