capítulo ocho

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Tras su presentación músical, Poco fue eludido por la mayoría de brawlers. Había pasado algo de tiempo desde que recibía tantos aplausos.

Entre las muchas miradas que había buscado aquella noche, la de Primo fue la que lo hizo llorar de felicidad. Sabía que con él era libre de expresar lo que sea, compartiendo con él los mejores momentos de su vida.

Los abrazos no hicieron falta, para nada. Mortis veía como aquel rayito de luz siempre lograba repartir felicidad, incluso a él, que siempre decían que era  un amargado sin sentido del humor, creído. Era ególatra, sí lo admitía, pero ver a Poco, era darse cuenta de que existían personas más hermosas que el propio universo.

Verlo a los ojos era suficiente para darle a entender que estaba orgulloso de su trabajo, totalmente. Poco se acercó a él para brindarle su mejor sonrisa, oh sí, disfrutaba hacer ese contacto con Mortis. Quien por supuesto que lo alagó.

—Tocaste de lujo...—Le apenaba mucho decirle cumplidos, pero agradecía que Poco fuera alguien tan carismático.

—¡Jajaja! Gracias— Lo abrazo de manera corta, de esta forma y más le podía agradecer. Siempre y cuando Mortis le dejara, claro...

Piper y Bibi miraban a la deriva, estaban totalmente seguras de que está noche habría besos, sin duda alguna. Todo esto disimuladamente mientras comían y hablaban tratando de adivinar que se decían ambos hombres.

—Poco lo besará primero— La rubia sorbía de su vaso, la probabilidad de que Poco iniciará era un 25%, era escasa pero no imposible. Mientras que Bibi estaba más segura que Mortis daría el beso, por supuesto.

—¿Y si Mortis lo hace primero?— La cuestionó mientras comía de una rebanada de Pastel, la cual era una delicia. Piper la miro con una cara del terror, posiblemente una amenaza con la mirada.

—Mortis ya dio el primer beso, ¡Poco debe darlo ahora!— Dijo con fuerza, la asiática no podía hacer nada en contra de ella. Si lo decía, seguramente pasaría.

La noche fue genial, sin duda alguna. Pero, las asechas eran cercanas y cada vez más molestas.

Mortis y Poco sin darse cuenta, se la pasaron pegados como chicles. A veces agarrados de la mano o simplemente se seguían como si dependieran de uno del otro. Así es, ya se daban más indicios acerca de su futura relación.

Algunos miraban juzgones, otros sorprendidos. Claro, quién no lo haría sabiendo que ambos eran polos muy, pero muy opuestos; muchos evitaron quitarse con la duda y preguntaron sin vergüenza alguna; la respuesta era la misma: "Oh, no. Aún no".

Por supuesto que muchos no lo creyeron aunque fuera verdad. Pero ambos estaban totalmente listos para dejar en claro los sentimientos que tenía uno de otro.

 Pero ambos estaban totalmente listos para dejar en claro los sentimientos que tenía uno de otro

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Alejados de los demás, estaban recostados en el cesped bajo el brillo de la luna. Tenían la oportunidad de decirlo todo, pero estaban disfrutando de su compañía, hasta que Poco decidió dar el primer paso.

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