Rafael
El encuentro con Eliana me dejó desconcertado. Esa es la descripción de como me siento después de verla a ella, como estaba ella mejor sin mí. Tanta razón tenía su abuela, cuando regrese por ella. Porque sí, lo hice. Y me duele que ella no valorara eso.
—Rafa, primo, ya—dice Juan, quitándome la décima cerveza que tomo.
—Es que—tartamudeo. —Es que no entiendo—me pregunto. —Como pudo olvidarme—suelto la pregunta que estuvo redondeándome desde que llegamos al departamento de mi tíos Isabella y Gustavo.
—Primate, no sé que te paso luego de verla—dice Juan, tomandome por debajo de los hombros. —Pero se te debe pasar, porque mis tíos junto con mis papás están por llegar y no pueden vernos así.
Cierto, mis padres. No pueden verme así. Y mucho menos por Eliana. Porque sí mi madre se llegara a enterar que nos vimos hoy, mínimo hace que mi padre me mande a Punta Arenas. Nunca entendí porque mi madre no la quiso, porque Eliana no venía de una mala familia, que no tenían dinero como nosotros, es verdad pero mala familia no son.
—Vámonos—digo, intento como puedo tomar mis cosas junto con las llaves del auto.
—Dios mío, están a punto de llegar, apúrate—Juan grita, bajando las escaleras del segundo piso del loft.
Me jala del brazo izquierdo, obligandome a salir con el y cerramos la puerta de un portazo. Estando en el pasillo, la risa de mi tía Isabella y mi madre inunda mis oídos.
—Coñoooo—dice Juan.
Mi cabeza da vueltas y no entiendo porque el pasillo se ve todo volteado, con el ascensor en el techo.
—Vente, vamos—emite Juan, jalándome de nuevo pero en dirección contraria a donde se escuchan las risas.
Al final del pasillo, nos encontramos con las escaleras de emergencia, Juan me empuja adentro y luego el cierra la puerta detrás de nosotros.
—Más nunca volvemos a tomar sin tener un sitio seguro—comenta él, todo sudoroso.
Todo me da vueltas y en mi estómago más, por lo que en menos de dos segundos, estoy vomitando todo por la escalera.
—Dios Rafael, pero que coño?—dice Juan al notar que casi vomito sus zapatos.
No reacciono, sólo lo miro, mientras paso una mano por mi boca.
—Debemos irnos, vamos a tu casa—dice Juan, tomándome por debajo de los hombros. Solamente asiento.
Bajamos por las escaleras hasta el siguiente piso, y ahí tomamos el ascensor hasta el nivel -3.
—Montate—demanda Juan, haciendo movimientos para que yo me siente en el asiento de copiloto de su auto, un Malibu Chevrolet 2023 azul rey.
Hago caso, porque no tengo nada mejor que hacer, y quiero irme rápido de donde estén mis padres.
—Llegaremos en 10 minutos—comenta Juan. —Menos mal viven cerca porque sino imaginate manejar 30 minutos contigo así de borracho.
Yo solamente me río, y me río solo, hasta que la vista de mi casa se comienza asomar. Juan abre el portón con el switch, en segundos estamos en el estacionamiento techado.
—¿Qué les paso?—pregunta Verónica, entrando al estacionamiento. —A penas escuche tu auto vine a ver que pasaba—dice viéndonos a los dos a través del parabrisa. —Mis padres se acaban de ir.
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Eres mi principio y mi final
RomanceA Eliana le han llovido los corazones rotos, como si fuera agua. Pero hay uno que la marcó para siempre. Su primer amor, Rafael. Ella lo creía superado, un tema enterrado que le dolió por años. Pero todo cambió, cuando ocurre lo que siempre dijo qu...