Abrí poco a poco mis ojos y aún seguía en la misma posición que me dormí ayer junto a Pablo. Me acomodé y él puso sus manos en mi cintura acercándome aún más, si es que era posible, a su cuerpo.Alcancé como pude mi móvil y miré la hora, era la una y media del mediodía.
- Pablo, despierta -dije tratando de despertarle
- Mhmm...cinco minutos más -se quejó
- Venga que ya es tarde, que es la una y media -dije
- Pues nos despertamos a menos veinticinco -dijo abrazándome más fuerte y yo reí
- Solo cinco minutos más, eh -dije y él sonrió
Tras esos cinco minutos Pablo cumplió su palabra y nos levantamos de la cama.
- ¿te has peleado con un león por la noche? -bromeó Pablo al ver mi pelo y yo le lance una almohada
- Si, contigo. Que gracioso eres -dije peinándome
- ¿Lo dudabas? Soy la persona más graciosa que vas a conocer -dijo y yo reí negando con mi cabeza- Y no creo que te hayas peleado conmigo, sino no podrías ir a coger el peine -dijo con una sonrisa vacilona guiñándome un ojo
- ¡Pero tú! -exclamé cogiendo otra almohada para lanzársela mientras él reía vacilón- ¿te quedas a comer? -pregunté mientras me hacía una coleta
- Si quieres -respondió
- Perfecto, te quedas -dije y salimos de mi habitación para bajar a la cocina
Mientras yo hacía salmón a la plancha, Pablo hacía patatas fritas y una ensalada.
- ¿Esta tarde a donde me va a llevar mi guía personal? -preguntó y yo reí
- Tenía pensado que hoy vayamos a la playa, ¿qué te parece? -conté
- Me parece bien, pero si puede ser una en la que tengamos privacidad, que no haya mucha gente, te lo agradecería -dijo
- ¿Para qué quieres privacidad, pillín? -pregunté mientras subía y bajaba mis cejas a lo que él rió
- Esta tarde te lo explico -respondió- Pero por favor, que en la playa tengamos privacidad
- Conozco una cala que es muy tranquila y no suele haber mucha gente, te llevaré allí -dije y él asintió
•••
Gavi
De camino a la cala Gianna me contaba historias sobre su infancia en la isla, sobre cómo ese lugar había sido su refugio secreto desde que era niña. Al llegar, quedé maravillado por la belleza del lugar. Las aguas cristalinas, la arena dorada y el silencio solo interrumpido por el suave romper de las olas creaban una atmósfera perfecta.
- Este lugar es increíble, Gianna -dije, dejándome caer en la arena junto a ella- No puedo creer que sea tan tranquilo
- Lo es. Es mi rincón favorito de la isla -respondió ella, con una sonrisa de satisfacción
Ambos nos quitamos la ropa quedando en ropa de baño y nos fuimos corriendo hacia el agua.
- ¡Eres un tramposo! -exclamó Gianna, después de que la empujara suavemente bajo el agua.
- ¿Tramposo yo? ¡Si eres tú la que me atacó primero! -respondí, riendo mientras trataba de esquivar sus salpicaduras.
Nos acercamos, todavía riendo, y nos quedamos flotando uno frente al otro. La miré a los ojos, y por un momento, el mundo se detuvo. La atracción que sentía por ella era innegable, y su risa y energía solo la hacían más irresistible.