El amor es un sentimiento hermoso, la experiencia más hermosa dicen algunos... pero, ¿Realmente esto siempre era así...?
El amor no tiene porqué doler, ¿No?, pero un corazón dañado y un alma engreída nunca le entenderían.
El azabache recibió una fuerte bofetada en respuesta. Luis tomó fuertemente la muñeca derecha de Miguel para ponerlo de pie, con la otra mano jaló de su cabello para hacerlo ver hacia arriba, su mirada era filosa y llena de odio. Pese a su enojo anterior, aquella mirada era como dagas clavándose en su corazón una y otra vez, una mirada que lo hería y llenaba de miedo al mismo tiempo, soltó un pequeño quejido cuando la mano ajena tiró de su cabello.
Por más amor que le tuviera, ya no quería verse vulnerable ante él, se sostuvo del antebrazo de Luis con fuerza, intentó verle de la misma forma y mantenerse fuerte, hacerle saber que ya no se dejaría doblegar... Pero en su interior sabía que fallaba de la forma más miserable posible.
-No levantes la voz, maldito imbécil, ¿Acaso quieres meterme en problemas?
Dijo antes de empujarlo al suelo, lo miró ahí tirado y vulnerable unos segundos... Soltó una risa burlona y le soltó una fuerte patada en el estómago, Miguel dió una fuerte arcada al sentir que se quedaba sin aire por el golpe, otra patada, luego y otra y otra... Los golpes no paraban de llegar y dolían horriblemente, los hematomas no tardaron en aparecer sobre la piel blanca del joven pelinegro que solo lloraba y se quejaba con cada golpe que su amado novio le daba con tanto disfrute.
-¿¡Entonces por qué no te has ido!?, si tanto asco te doy ya pudiste haberte largado, oportunidades no te han faltado.
Finalmente las patadas pararon, le costaba respirar, sus brazos y piernas ardían y ya habían pequeñas gotas de aquel líquido carmín tan familiar regadas por el suelo.
-Solo dices estupideces, yo me la paso todo el maldito día trabajando para mantenerte y tú no haces más que ser una carga.
Dijo Luis mientras se agachaba a la altura de Miguel, disfrutando de verlo con tantos moretones y con algunos cortes que él mismo había provocado, tomó la barbilla del pasivo con fuerza para obligarlo a acercar su rostro.
-Pero aún así decides quedarte, ¿Acaso te gusta que te maltrate?, no eres más que un perrito faldero, ¿No?
Dijo con tono de burla sosteniendo el rostro del menor antes de dejar un suave beso en aquellos labios ajenos de quién tanto amaba violentar y se marchó dejándolo solo en el suelo.
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Pasaron las horas, Luis había salido de casa y Miguel estaba en la habitación de ambos recostado en la cama, se había levantado luego de una media hora en el piso, su cuerpo dolía como el infierno, había ido al baño para desinfectar sus heridas con un poco de agua oxigenada, no tenía energía para hacer absolutamente nada, incluso respirar era doloroso ahora, desde donde se encontraba descansado pudo escuchar la puerta principal abierndose, Luis había vuelto, internamente rezaba porqué se hubiera calmado estando en la calle, no quería ser apaleado nuevamente. La puerta de la habitación fue abierta y Luis entró, vió la figura débil de Miguel sobre la cama y no lo pensó dos veces antes de sacarse las botas para recostarse con su pareja, pasó sus brazos suavemente por cintura y dejó un pequeño beso en la suave piel del cuello ajeno, respiró hondo inahalando el dulce aroma de su novio antes de hablar con un tono dulce y bajó que solo usaba cuando le pedía disculpas.
-Sabes que te amo, ¿No...?, perdóname... Yo no quise decir eso, tampoco quería golpearte... Pero es que en verdad me sacas de mis casillas... Príncipe... No quiero que sigamos peleando tanto... No me gusta hacerte daño... ¿Podrías perdonarme?
Había un falso arrepentimiento en los ojos marrones del más alto y una sensación lastimera en el corazón del azabache que con las pocas fuerzas que le quedaban se dió la vuelta para poder ver a su pareja.
-Tus palabras están bien, pero... Tus acciones me confunden...
-Juro que esta vez voy a cambiar, lo haré por ti, porque te amo.
Le dijo antes de juntar sus labios en un lindo beso, uno en el que por primera vez desde hace tiempo, Miguel pudo notar al menos un dejo de amor. Y nuevamente, había decidido creer en sus mentiras una vez más, sabía que el resultado sería igual, que no habría ningún cambio, pero aún así lo hizo, porque él si lo amaba de verdad, porque él sí extrañaba sus primeros meses de relación, cuando todo estaba bien y no había más que un amor recíproco entre los dos.
Porqué él era un adicto, y Luis era su droga.
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Chikos, decidan A, B o C? Es para decidir entre las tres ideas que tengo para el final 🥺