El pequeño y dulce Fulang

Capítulo 9

Donde había visto un perro tan feroz, incluso las gallinas se asustaron por el perro, y uno de ellos chocó contra su pierna, haciendo que Lu Gu, que ya se sentía suave, se volviera más suave. De repente, después de temblar un par de veces, todo su cuerpo tembló inconscientemente y ni siquiera notó que el huevo cayó al suelo.

El Da Hui siguió ladrando, pero fue más bien en vano detener al perro.

En el momento crítico, de repente sonó un grito enojado, fue Shen Xuanqing quien apareció en el estrecho pasaje. Con este sonido, el perro frente a Lu Gu detuvo la ofensiva.

El perro delgado giró la cabeza y vio que Shen Xuanqing tomó la pala contra la pared y estaba a punto de golpearla agresivamente. Su comportamiento y postura cambiaron de inmediato, unos gemidos débiles y lastimeros salieron de su garganta, y se encogió hasta la esquina de la pared con la cola metida.

Al verlo estremecerse y que no se atrevió a atacar, Shen Xuanqing no lo golpeó y se paró frente a Lu Gu, frunciendo el ceño mientras intentaba ver si lo mordieron.

Da Hui, que había estado ladrando durante un rato, se detuvo. Era tan fuerte hace un momento que Wei Lanxiang en el patio delantero también lo escuchó. Ella se preguntaba en su corazón. Justo cuando estaba a punto de gritar y preguntar qué pasaba, un fulang de su edad entró por la puerta. Trajo una bolsita de papel engrasada desinflada y un manojo de verduras silvestres.

Lu Gu recuperó los sentidos, recordó el huevo y nunca pensó que no tenía nada en sus manos, por lo que inmediatamente entró en pánico y cuando bajó la cabeza, vio que el huevo estaba aplastado contra el suelo.

No lloró cuando casi lo muerden, pero ver el huevo roto hizo que Lu Gu estallara a llorar.

En realidad, no lloraba muy a menudo. Esta vez dejó caer las lágrimas porque simplemente estaba asustado. Él se estremeció y miró a Shen Xuanqing. Las lágrimas brotaron en un abrir y cerrar de ojos, reprimiendo los sollozos en su boca.

¿Cómo podría Shen Xuanqing no conocer su miedo? Si Shen Yan lloraba, todavía tenía una manera de lidiar con eso, simplemente obtendría algo delicioso y divertido, y ella se detendría, pero Lu Gu, él todavía no sabía cómo recetar el medicamento adecuado.

La yema del huevo y la parte clara estaban esparcidas y no podía recogerlas. No hubo remedio. Shen Xuanqing paleó tierra a un lado y cubrió el huevo roto. También rompió la cáscara del huevo. Una vez que lo cubrió, fue imposible saber dónde estaba el huevo.

Las lágrimas de Lu Gu todavía fluían y se quedó atónito cuando vio esto. Miró el rostro de Shen Xuanqing con lágrimas en los ojos.

"Está roto, si no se lo dices, no se lo digo, mi madre no lo sabe, solo finge que no está ahí". Después de ver que las lágrimas de Lu Gu se detuvieron, Shen Xuanqing volvió a mirar la esquina de la pared.

El perro negro era estúpido y poco sensato, no era tan bueno como Da Hui, ni siquiera los dos perros delgados, y debido a que cazaba y mordía demasiado, era violento, a veces solo él podía detener el temperamento, pero en los últimos años, había sido entrenado para cazar con él. Hubo muchos beneficios.

Inesperadamente, la primera vez que Lu Gu vino a trabajar al patio trasero, la cuerda se aflojó.

Ahora que acaba de casarse, desperdició mucho dinero. En los últimos dos días tuvo que trabajar duro y se fue a la montaña. Ahora no valía la pena sacrificarlo y criar otro, así descansaría por el momento.

Además, el perro negro no mordió a Lu Gu. Si muerde, lo matarán sin importar si valió la pena o no. Tenían una regla aquí. Los perros que habían visto sangre humana no pudieron quedarse. Se volverían adictos.