Al final de la segunda hora, había escuchado todos los detalles de la fiesta. Iban a jugar a los bolos. Era una fiesta de pijamas. Iba a haber una búsqueda del tesoro. Alquilaban películas de miedo y se iban a quedar despiertas toda la noche. Cada vez que alguien mencionaba la fiesta, yo sonreía débilmente y asentía.
Durante la tercera hora, Meredith, una de las chicas del club de teatro, que no estaba invitada ni le importaba, me preguntó si iba a ir a la fiesta de Bridget.
en lugar de decir que no, me encontré repitiendo chismes que había escuchado antes.
—Su padre va a llevar a todos a desayunar a IHOP. Van a llevar dos furgonetas grandes para que quepan todas. -Lo dije con autoridad. Como si yo también fuera a ir.
Meredith dijo:
—Ojalá me hubiera invitado para poder decirle que no. Es una mocosa. Y todos esos abrazos falsos. ¿De qué se trata todo eso, de todos modos?
¿De donde saco Meredith su confianza?, me pregunté.
En el almuerzo, me senté con mi grupo en torno a nuestra mesa habitual, y ellas evitaron educadamente el tema. Cuando Kim se levantó para buscar su bandeja, dijo:
—Me voy de compras mañana después de clase. ¿Alguien quiere venir?
Pero yo sabía lo que iban a comprar, así que dije:
—No puedo. Estoy ocupada.
Becky se quedó atrás y camino conmigo para dejar nuestras bandejas.
—He oído que Bridget sólo puede invitar a un número determinado de personas.
—Como sea, –dije–. Nos vemos luego.
No miré a Becky. No podía mirarla porque si veía algo de piedad o amabilidad en sus ojos, me pondría a llorar, así que fingí buscar algo aparentemente importante en mi mochila hasta que se fue.
Quizá no me invito por mi pelo. Es tan largo y fibroso. Tal vez por mi abrigo. Es bastante feo comparado con los abrigos de otras chicas. Debería haber traído otro color. ¿Pero que importa realmente? Ninguna de mis prendas hace juego. Soy demasiado alta, pero no hay nada que pueda hacer al respecto, y ella no podría no invitar a alguien a una fiesta por ser demasiado alta, ¿verdad? Tal vez debería sonreír y abrazar más, pero no consigo abrazar a la gente a menos que la conozca muy bien. Probablemente, si hubiera sonreído más, me habrían invitado.
Odiaba a Bridget, La odiaba más por tener la capacidad de hacerme la vida imposible. Quería irme a casa. Me sentía mal. Mientras cambiada de clase, desvíe la mirada de todos mis conocidos para no tener que sonreír. Para no tener que fingir que era simpática.
En la quinta hora, la noticia se hizo pública. Tres chicas que habían sido invitadas a la fiesta no podían ir debido al viaje nocturno de la banda. Se apresuraron a decirle a Bridget la triste noticia, y una de ellas lloró, demostrando lo buena amiga que era y lo mucho que quería ir. Devolvieron sus invitaciones. Me crucé con la pregonera entre las clases y vi su mirada herida, pero superior. Después de todo, la habían invitado.
Entonces empezaron los susurros, como pequeñas nubes a la deriva, sobre quiénes podrían ser elegidas en sus lugares. Me dirigí a la sexta hora, siguiendo a Bridget, quedándome atrás y observando los rostros esperanzados que se reían un poco más de la cuenta al pasar junto a ella. Conté nueve chicas que le sonreían y le saludaban en el corto trayecto entre clases. También podrían haber dicho "Escógeme. Escógeme a mí".
Al salir del colegio, Becky me encontró en las filas del autobús. Sin aliento, me dijo:
—Bridget le preguntó a Barbara en el almuerzo a quien más debía invitar, y Barbara dijo que a ti. Y Kim me acaba de decir que acaba de oír a Bridget decir qué tal vez te invite a su fiesta. Llámame, ¿vale? –Levantó las dos manos con los dedos cruzados y se apresuró a su autobús.
Todavía había una posibilidad. Pero ¿qué quiso decir Becky cuando dijo que Bridget tal vez me invitaría? ¿Había alguna condición?
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