Nota: Siéntete libre en comentar, me hace muy feliz.
Prólogo - Parte 1: "Voces en la oscuridad".
En las pintorescas calles empedradas de París, Le Marais, bañadas por la luz dorada del atardecer, un hombre elegante se encontraba sentado en un café al aire libre, junto a su psicóloga, Lirlec. Vestía un impecable traje de color bermellón, que contrastaba con la blancura de su camisa y la oscuridad de sus pantalones.
Mientras las personas transitaban apresuradas y los autos rugían en las cercanías, una camarera se acercó con un semblante amable para tomar su orden.
—Disculpen, ¿desean un frappé o prefieren café con leche? —preguntó con gentileza.
Caelius sintió un leve estremecimiento al recordar sus traumas pasados con las mujeres, pero la cálida mano de su psicóloga sobre la suya lo reconfortó.
Antes de que pudiera responder, la doctora Lirlec intercedió con una sonrisa radiante: —Dos frappés, por favor —dijo con seguridad, ocultando así la inseguridad que Caelius intentaba disimular.
La psicóloga miró a Caelius con compasión, esperando su respuesta.
—Cuando veo a una mujer, solo puedo pensar en... en lo que he vivido —dijo él, con la voz temblorosa.
Un recuerdo doloroso lo invadió, transportándolo a su infancia.
—¡No me golpees! —gritó Caelius mientras su madre lo maltrataba con crueldad, culpándolo por los errores de su padre ausente.
La psicóloga asintió comprensivamente, animando a Caelius a continuar.
—Al igual que con mi última relación, esa fue la gota que derramó el vaso —susurró Caelius con pesar—. Siempre me culpaba y me hacía bullying por cosas sobre las que no tenía control, como ser abandonado cuando apenas era un niño.
Mientras Caelius hablaba, su mente se llenaba de imágenes violentas y recuerdos dolorosos. Recordaba con amargura el momento en que descubrió la cruel realidad de su país natal, donde los padres tenían el poder de decidir el destino matrimonial de sus hijos. Para su desgracia, el elegido para la madre de Caelius fue un delincuente despiadado, cuya presencia en su vida solo trajo más sufrimiento y desdicha.
Un repentino alboroto interrumpió la conversación entre Caelius y su doctora. Una mujer corría desesperada por las abarrotadas calles de la ciudad, perseguida por unos ladrones.
Sus gritos resonaban entre la multitud, pidiendo auxilio, pero Caelius y la doctora aún no lograban verla.
—¡Auxilio, unos ladrones me persiguen! —clamaba la mujer entre sollozos, mientras los delincuentes se ocultaban entre la muchedumbre, avanzando hacia su presa.
Un disparo resonó en el aire, seguido por la amenaza de uno de los ladrones: —¡Detente o disparo!
El pánico se apoderó de la gente, que se apartó hacia las aceras, dejando a la mujer indefensa en medio de la calle, mientras uno de los ladrones, con una máscara de payaso, apuntaba con su pistola hacia ella.
—Juro que no quiero hacerte daño. ¿Crees que robamos por placer? Dame la cartera y nadie saldrá lastimado —exclamó con voz autoritaria, aunque unas lágrimas de adrenalina surcaban su rostro.
—¿Por qué atacar a personas honestas? Una pala pesa más que un lápiz —respondió la mujer con temor, negándose a ceder su bolso.
Mientras el público murmuraba y sacaba sus teléfonos para grabar, Caelius, horrorizado, presenciaba la situación. Se levantó para ayudar, pero una fuerza interior lo detuvo, recordándole sus traumas pasados y sus miedos hacia las mujeres.
—Escucha estúpida, no todos roban por elección. Algunos lo hacen por necesidad. Muchos no tuvieron acceso a la educación porque fueron abandonados y maltratados desde pequeños. No todos nacen en familias adineradas —intervino, tratando de persuadir a la mujer.
Pero antes de que pudiera hacer algo, el sonido de las sirenas rompió el aire. Sin embargo, ya era demasiado tarde. Un disparo resonó y la mujer cayó herida, mientras los ladrones se esfumaban entre las sombras de la ciudad, llevándose consigo algo más que sus pertenencias: dejaban tras de sí un rastro de miedo y desesperación.
¡CONTINUARÁ!
¿Qué te pareció el comienzo de esta gran historia?
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BETA l Kaumecis: La eternidad efímera ©
ActionAdéntrate en un universo donde las apariencias son solo el velo que oculta la verdadera naturaleza de los seres humanos. Inspirada por las sabias palabras de Nicolás Maquiavelo, "Todo hombre que intente ser bueno, todo el tiempo, terminará arruinado...