CAPÍTULO 4.

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Margot

Mi día no puede empeorar más.

El chico de la noche anterior resultaba ser que trabaja en la misma empresa que yo, eso no es todo.

¡También es mi maldito jefe! !Y mi supervisor durante algunos meses!...

Demonios.

Todo iba bien, hasta que lo vi entrar a la sala de juntas con ese traje azul marino con la corbata lisa del mismo color ceñido a su cuerpo perfectamente trabajado. Volteó a mi dirección y me topé con esos ojos color azul que parecía un cielo inmenso que podía visualizar en ellos. Él frunció para luego apartar la mirada de la mía, hice lo mismo y ahora tenía la vista fija en las carpetas que se encontraban en mi regazo sin apartar mis ojos durante toda la explicación de lo que sí o no hacer en la empresa. Entre otros puntos importantes.

Apenas llegué a esta ciudad y ya tengo problemas. Que suerte la mía.

– Nosotros ya nos retiramos para seguir con nuestras labores, Señor Miller... – sentía la mirada de él sobre mi. Escuché pasos y la puerta se cierra detrás mío. Sonreí un poco al recordar el apellido de Kennett mientras miraba mis pies balanceándose sobre ellos con las manos entrelazadas frente a mi. Alcé la mirada para volver a observar a mi jefe, él tenía el ceño fruncido y me miraba detenidamente como si buscara algo en mi persona.

Tiró al cesto de basura el papelito con mi nombre que no pronunció a diferencia de las otras personas. Se empezó a mover a mi dirección algo temeroso, deteniéndose a unos treinta centímetros de distancia entre los dos.

Abría la boca y cerraba intentando decir algo, cerró los ojos tomando una bocanada de aire como si estuviera armándose de valor en decir algo.

– ¿Margot?... ¿ Margot Evans? – me miraba directo a los ojos pasando de uno a otro rápidamente junto con un brillo en particular en ellos.

Di un paso atrás y él hizo lo contrario dando un paso hacia mi.

¿Qué le pasa?...

– Emm... Si, señor... Así me pusieron mis padres – risita. Ladeaba la cabeza a la izquierda algo confundida.

Dió un último paso corto hacia mi que casi podía sentir el olor de esa colonia que había percibido ayer y me encantó. Observé su expresión detenidamente, él juntaba un poco sus cejas suavizando sus facciones.

– ¿M..me recuerdas? ¿Sabes quien soy? – preguntó. Puso una mano en su pecho al hablar como si se señalase.

Seguía observando sus facciones y daba por hecho que el miraba los míos por igual.

– S..soy Kennett – su manzana de adán subió y descendió al pasar saliva rápidamente. – S..soy Kennett Miller.

Sentí como un balde de agua fría caía sobre mí, junto con ello los recuerdos de mi infancia donde en ellos aparecía Kennett y yo tirando rocas para ver cual llegaba lejos o al pelearnos por primera vez por que había llevado una chica a <<aquel lugar nuestro>> y pillandolo mientras la besaba –ese dia me rompió mi corazón –. Me cubrí la boca sorprendida sintiendo escocer mis ojos empezando a nublarse mi vista a causa de las lágrimas.

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