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Ha pasado algún tiempo desde que Yujin partió de este mundo, pero su ausencia seguía pesando en el corazón de Wonyoung como una carga insoportable. Cada visita al cementerio se convertía en un ritual de dolor y melancolía. Las lágrimas de Wonyoung regaban silenciosamente la tierra que cubría la tumba de An, como si sus emociones pudieran llegar más allá de la fría piedra.

La conexión entre Wonyoung y los padres de Yujin se volvió más estrecha con el tiempo. Wonyoung buscaba consuelo en su presencia, compartiendo el dolor y la añoranza que sentían por la pérdida de alguien tan querido. La joven se convertía en un eco de tristeza, pero también en un faro de luz para aquellos que compartían su dolor.

Visitar a los padres de Yujin se volvió una costumbre para Wonyoung. Llevaba consigo pequeñas ofrendas para el pequeño altar que habían erigido en honor a su hija. Dulces que alguna vez habían sido los favoritos de Yujin encontraban un nuevo hogar en el altar, junto con peluches de ranas que simbolizaban los recuerdos compartidos.

Cada detalle, cada pequeña atención de Wonyoung, estaba impregnada de nostalgia y amor. Las polaroids que encontraba, capturando la esencia de Yujin con sus ojos gatunos, se convertían en tesoros que sostenían la tristeza y la belleza de los momentos compartidos. En la quietud del hogar de los padres de Yujin, el eco de su risa ausente resonaba, y la sombra de su partida se hacía más intensa.

Wonyoung se sumía en el duelo, sumergiéndose en la tristeza que envolvía su mundo. Pero en cada pequeño gesto de amor y memoria, también encontraba un atisbo de consuelo, como una frágil luz en la oscuridad. Así, entre lágrimas y recuerdos, Wonyoung continuaba su viaje, llevando consigo el peso de una pérdida que marcaba su corazón.

Los años seguían su marcha inexorable, transformando a Wonyoung de la chica de instituto a una mujer marcada por el tiempo y la experiencia. Sin embargo, el amor que albergaba en su corazón permanecía inmutable. Habían pasado varios años desde aquellos días de juventud, pero la llama de su afecto por aquella chica continuaba ardiendo en lo más profundo de su ser.

En un día tranquilo, Wonyoung se acercó al lugar donde reposaban los restos de su amada. Con paso sereno y decidido, llevaba consigo algunas flores que depositó con ternura sobre la tumba. Aunque el tiempo había dejado su huella en su rostro, la tristeza y la añoranza aún se reflejaban en su mirada.

Con una mezcla de calma y melancolía, Wonyoung saludó a la tumba como si su amada estuviera presente. "Cuánto tiempo ha pasado", susurró con voz apacible. "Lamento no haber podido venir antes, pero aquí estoy ahora". Se disculpó, como si la ausencia pudiera ser escuchada más allá de las fronteras de la vida.

Sentada junto a la tumba, Wonyoung compartió los acontecimientos de su vida. Le habló de los desafíos superados, de las alegrías encontradas y de las lágrimas derramadas. Como si la brisa llevara sus palabras al más allá, la mujer expresó sus sentimientos, como si su amada pudiera escuchar cada palabra.

Aunque la tristeza se manifestaba en su sonrisa, también había una paz que emanaba de la conexión espiritual con aquel ser querido. Wonyoung continuó hablando, contándole a su amada sobre el mundo que seguía girando, llevando consigo las historias de quienes aún quedaban atrás.

En aquel momento sereno, entre flores y susurros al viento, Wonyoung encontró un refugio para su amor eterno, manteniendo viva la llama de una conexión que el tiempo y la distancia no lograron extinguir.

A lo lejos, entre la penumbra del atardecer, Wonyoung logró divisar a su amada, emergiendo en el horizonte con la misma luz resplandeciente que la envolvía en sus recuerdos más preciados. Su corazón, lleno de emociones contenidas, dio un vuelco al reconocer la figura que tanto anhelaba ver. Sin titubear, Wonyoung se levantó de donde estaba, la tierra crujiente bajo sus pies parecía vibrar en sintonía con la emoción que la impulsaba.

Caminó hacia ella con pasos decididos, pero a medida que se acercaba, la prisa se apoderó de sus pies, y comenzó a correr. El viento acariciaba su rostro, y el eco de risas y susurros del pasado resonaba en sus oídos. Aquel encuentro recordaba a los días de juventud, cuando decidieron mirar atrás y dejar atrás aquel triste lugar que alguna vez llamaron hogar.

Yujin, la amada que resistió el paso del tiempo, volvió a llamarla con una voz que resonaba en el alma de Wonyoung. La distancia entre ellas se desvaneció en un instante cuando sus manos se encontraron, como dos piezas de un rompecabezas que finalmente encajaban. Wonyoung sintió la calidez familiar de aquella mano que tanto había añorado, una conexión que trascendía el tiempo y el espacio.

Juntas, decidieron caminar hacia adelante, hacia el futuro que se extendía ante ellas. Cada paso resonaba con la promesa de un nuevo comienzo, de un hogar compartido donde el amor florecería sin restricciones. La luz del atardecer pintaba el cielo con tonos cálidos, como si la naturaleza misma estuviera celebrando la reunión de dos almas destinadas a encontrarse.

En el trayecto, miraron hacia atrás una última vez, dejando atrás el cuerpo envejecido de la anciana Wonyoung. La residencia que alguna vez la mantuvo cautiva durante sus últimos años quedó atrás como un capítulo cerrado. La liberación finalmente había llegado, y mientras caminaban juntas hacia el horizonte, la vida de Wonyoung se desvaneció suavemente en la serenidad de la eternidad, encontrando la paz definitiva en los brazos de su amada.

FINAL

𝙁𝙖𝙧𝙚𝙬𝙚𝙡𝙡 𝙈𝙚𝙡𝙤𝙙𝙞𝙚𝙨 || AnnyeongzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora